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Entrevista a Mauricio Tarrab


lacan21 - 29 de mayo de 2024 - 0 comments

por Paula Kalfus, Mariana Schwartzmann y Gustavo Moreno

En tanto miembros del staff de Lacan XXI nos hemos interesado en la ponencia de   Mauricio Tarrab Las primeras entrevistas desde la última enseñanza presentada en el  marco del último Enapol celebrado en Buenos Aires en Septiembre de 2023.

Con el fin de promover la conversación entre nosotros hemos invitado a Mauricio a  ampliar algunos ejes que consideramos de importancia para nuestra formación. De ello  surgen las siguientes precisiones que el autor ha tenido la amabilidad de compartir con  nosotros.

¿Cómo pensar a lo real en el comienzo, a la urgencia, bajo la forma de la inhibición, del síntoma y de la inercia -y no solamente bajo la clásica forma de la angustia-? Y por otro lado, ¿cómo pensar en esto mismo, en este real en el comienzo de un análisis, pero del lado del analista como impotencia?

Uds dicen…como pensar lo real…? Ahí está toda la complejidad del psicoanálisis cuando toma en cuenta lo real. Hablando de comienzos habría que empezar, en relación a su pregunta, a plantearse las cosas como lo hace JAM en su curso “Lo real en la experiencia analítica” . Allí se plantea de entrada que la pregunta ¿qué es lo real? es una pregunta impropia, a mi juicio porque remite a lo real como concepto y no como experiencia. Al contrario, y eso está en el nombre de ese curso, la cuestión es ¿adonde está lo real en la experiencia analítica?. Yo decía en mi intervención sobre las primeras entrevistas, que no veía por qué debería desecharse el énfasis que tomó en nuestra formación y en nuestra práctica el eje interpretación – transferencia – rectificación subjetiva- apertura del inconsciente – histerización,  ya que eso es poner en acto el discurso analítico y al SSS sin lo cual no hay análisis. Puede haber otras cosas pero no un análisis. Y decía que hoy le agregamos, que deberíamos agregarle, una pregunta marcada por la última enseñanza: ¿adonde está lo real en todo esto?.

Si la primera vertiente tiene como referencia al sujeto, al sujeto del inconsciente y al Otro,  la segunda indica otra cosa. Eso se verifica en la urgencia por supuesto, en lo que urge al sujeto, y no solo en el comienzo. Pero sobre todo en el comienzo.

¿Adónde está lo real en el comienzo? JAM lo responde de manera simple y clásica, o si quieren freudiana: ese real se presenta no solo como urgencia y como angustia sino también como inhibición y como síntoma. Y es interesante pensarlo de ese modo por supuesto. En especial porque detrás de esa simpleza hay un desarrollo sustancial respecto de nuestra práctica. Parece elemental pero para llegar ahí, para llegar a formular una clínica que pone su mira en lo real, hubo que ir más allá de la idea de que el trauma era el único real a cernir en la experiencia. El trauma es el “primer nombre de lo real en el Psicoanálisis” (Sem XI), pero solo el primero.

¿Pero cómo se llega a la evidencia de que hay un real que no sea solo definido como trauma?  Para eso Lacan tuvo que confrontarse a que en su práctica, lo dice así “en mi práctica y en la Uds” el sentido se fuga. Ese es el límite del freudismo. De cierta manera eso obligó a Lacan, si me permiten decirlo, a buscar obsesivamente aquello que a pesar de su incidencia, de su insistencia, de su persistencia, no se podría atrapar con el sentido y con eso renovó una vez más la enseñanza de Freud. Esta cuestión persiste hasta el día de hoy: cómo tocar eso que se escapa al sentido y que es el núcleo de la clínica y de la práctica. Y eso en el comienzo del análisis se capta como inhibición, como síntoma y como angustia.

¿Y del lado del analista?, en esa clase JAM dice que eso se presenta como impotencia. ¿Les resulta muy exagerado el término?, sin embargo lo refiere de manera precisa a cuando el analista encuentra cerrado el acceso al inconsciente. Entiendo que con eso quiere hacer al analista también responsable por ese cierre. Yo decía en mi intervención que haríamos bien en no responsabilizar rápidamente de ese cierre a la época, simplificando su complejidad, la complejidad de la época y la del psicoanálisis. Los analistas construyen también variados argumentos y gambitos: que la época, que no vienen a analizarse, que el capitalismo, según sus preferencias o sus sutilezas… o su impotencia. El problema es que con eso deja del lado del que consulta la responsabilidad por el cierre del inconsciente, cuando por sus principios y por los del psicoanálisis, debería asumir esa responsabilidad también como suya. Claro que eso no significa que no haya un imposible que no ceda, ni al analista Orfeo (semianrio XI) que convoca con su arte esa apertura, ni al que intente  perturbar esa defensa.

¿Puede ampliar Ud. las consecuencias de Arcachon en lo que hace a su incidencia en la práctica del psicoanálisis, tanto en las entradas como en la dirección de la cura?

Las Conversaciones de Arcachon y Antibes fueron fundamentales y produjeron la apertura a nuevas perspectivas tanto en la concepción y el abordaje de las Psicosis como en renovar la práctica. A partir de allí se pusieron en tensión la clínica estructural y lo que llamamos  “una clínica continuista”. Digo tensión y no oposición. No hay una clínica continuista versus una clínica discontinuista, eso no se sostiene para nosotros. No hay o una o la otra. Desde la Conversación de Arcachon a hoy, la clínica continuista no hizo desvanecerse ni a la clínica estructural, que fue resituada en sus certezas con enorme ganancia; ni a la clínica bajo transferencia, que favorece ahora una pragmática de las estabilizaciones singulares y produce además abordajes inéditos a los síntomas contemporáneos. Como lo señala Miller “El único punto verdaderamente interesante es práctico: cómo hacer para que la evolución de un sujeto sea más continua que discontinua” . Y eso vale para el comienzo tanto como para el desarrollo de un análisis.

La paradoja irónica de la hipótesis continuista, de una clínica universal del delirio –todo el mundo es loco-  es que lleva la clínica lacaniana hacia lo singular. ¿Por qué? Porque lo que importa no solo es el para todos de ese “todo el mundo”, lo que nos importa es  cómo cada uno es loco, teniendo la chance de inscribir su singularidad en el universal.

¿Qué vías o dispositivos considera más oportunos para que, en las Escuelas de América, se propicie una formación que incluya “la formalización lógica” y la “posición abierta a lo que vendrá”?

¿Qué dispositivo considero oportuno para eso?… el dispositivo analítico. Es el lado de la formación que depende de lo que se trasmite en la experiencia analítica. Eso depende de los analistas, de cómo los analistas  lleven adelante su práctica, no de las Escuelas. Las Escuelas hacen lo suyo y lo hacen muy bien al alentar el control y contrastar las experiencias. ¿Acaso no es eso lo que nos enseñan y a veces nos sorprenden las conversaciones clínicas donde los casos, además de su problemática, muestran la posición de los analistas en las intervenciones y en como conducen la cura?  Eso está también en lo que producen los testimonios de los AE como enseñanza, al trasmitir el corazón de la experiencia y que muestran la práctica de aquellos que fueron sus analistas. Resumo: la “realidad efectiva”,  la Wirklichkeit , que la comunidad de experiencia  va construyendo en las Escuelas alrededor de la práctica, dirá si esas dos vertientes se conservan, confluyen o divergen.

Las vías por las que eso se obtiene no puedo resumirlas de otro modo que diciendo: más Psicoanálisis!!!!

Pero aclaremos además  que ningún dispositivo garantiza no quedar entre dos discursos, ni garantiza que lo que hacemos sea psicoanálisis y no psicoterapia.

Nuestra formación está atravesada tanto por la formalización lógica como por lo que Uds han extraído de mi texto como “posición abierta a lo que vendrá”.

La cuestión es que  no es fácil desprenderse de Freud. En El ultimísimo Lacan, Miller dice: “En el análisis, hay que tomar las cosas como si nada estuviera establecido, como si todo estuviera por obtenerse”. Lo tomo en serio. Y esa es una posición abierta a lo que vendrá, pero al mismo tiempo si radicalizamos esa orientación  se ve que  eso cuestiona tres pilares fundamentales a los que están sujetos el psicoanálisis y los psicoanalistas: la historia, la repetición, y la estructura. Y entonces me parece que una de las preguntas importantes que hay que hacerse cuándo pasamos de Freud, es qué hacemos con la historia, con la repetición, y con la estructura.

Hemos sido formados en la exigencia de extraer la lógica del caso, y por la advertencia de que un psicoanálisis no es solo un “cuéntame tu vida”.

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