Jorge Forbes
Respondo a la invitación de la revista online de la FAPOL, LacanXXI, para dar una impresión personal sobre el XI ENAPOL, congreso que reúne a las tres Escuelas americanas de la AMP, realizado a finales de septiembre del 23 en Buenos Aires.
Siendo fiel a la personalidad de la invitación, voy a comentar la mesa a la que no he asistido.
Recibí el anuncio del tema del congreso – elección de la cual no participé – con curiosidad. “Empezar a analizarse”. A priori me pareció un tema ya por demás debatido en las discusiones sobre las “entrevistas preliminares” de Freud, y en el principio de la “rectificación subjetiva” de Lacan. También me pareció bastante vago decir “Empezar a analizarse”, sin ninguna especificación. Sé que así se facilita la multiplicidad de participación, pero al mismo tiempo se apuesta por lo genérico.
Como es inevitable para cualquier persona en esta situación, he completado, a la luz de mis investigaciones actuales, un detalle sobre este tema. Quedó más o menos así: Empezar a analizarse en el mundo inundado de IA, de la inteligencia artificial. Si la máquina puede reproducir su imagen, su estilo de pensar, su voz, sus gestos, si es igual a usted, entonces, ¿quién es usted? Sería interesante, pensé, reflexionar sobre el desbrujulamiento de las identidades en las actuales entradas en análisis. Puse esa pregunta en mi equipaje y tomé el avión a Buenos Aires.
Al llegar, me encontré con un congreso bien organizado y con mucha gente. En el programa, me llamó la atención los estudios sobre conceptos clásicos lacanianos y temas clínicos más tradicionales. Me hizo pensar en Freud, en su postura de preferir las preguntas a las respuestas. Hacer doctrina, evitando, sin embargo, el probar que eso estaba correcto, prefiriendo comentar y avanzar en el tratamiento de aquello que cuestiona la tradición. En ese sentido, nuestra época lo propicia.
Si no asistí a esa mesa, si no acerté en mi expectativa temática, acerté en el otro lado que un congreso propicia. Para mí, un congreso tiene al menos dos funciones: el conocimiento y discusión de los trabajos, y los múltiples encuentros con los colegas, en las salas de conferencias, en los pasillos, en los cafés, en los restaurantes. A menudo es allí donde surgen grandes ideas, las mejores.
Lacan varias veces, al respecto, usó la expresión coloquial francesa: “garde-Fou” . Hace reír si la traducimos al pie de la letra: “guarda de la locura”. Una mejor traducción es “salvaguardia”. Los psicoanalistas trabajamos con un Real evasivo, que siempre vuelve al mismo lugar, que no tiene sentido ni nunca tendrá. Eso puede enloquecer a los aislados; es bueno tener un “garde-Fou” cerca, en la medida de lo posible una salvaguardia, con el cuidado de no pasteurizar lo nuevo en la imaginaria garantía del “Freud Dixit”, del “Lacan Dixit”.
Vamos al próximo congreso.