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La soledad de la diferencia


lacan21 - 18 de mayo de 2023 - 0 comments

María Cristina Giraldo (NELcf)

“…hace mucho tiempo, el psicoanálisis estaba totalmente colmado de conexiones y hoy no las tiene para nada, y Lacan lo condujo hacia allí”.[1]

J.-A. Miller

¿Hay encuentro del psicoanálisis con otros discursos?

Tomo este epígrafe de Miller como una orientación que muestra como el discurso analítico fue conducido por Lacan de las conexiones de todo tipo con las disciplinas del “humanismo formalizado”,[2] a la soledad de su diferencia radical de otros discursos. Es la operación analítica orientada por el sinthome radical del Uno, que anuda la episteme, la práctica lacaniana y la política. Esta posición produce un corte con los otros discursos y, sin pretender en modo alguno ser universal, tiene consecuencias tanto en la formación analítica en la Escuela como en la formación en psicoanálisis en extensión.

El descubrimiento de Freud de las formaciones del inconsciente y de la experiencia analítica a la que el dicho del inconsciente da lugar, produjo un corte discursivo. Lacan “…reveló la lógica de esa experiencia: cómo se encadena y cómo opera”,[3] es a lo que llamamos discurso analítico, y pone en relación las marcas producidas por ese corte: subvierte el discurso del amo al excluir la dominación, no pretende ser universal, desplaza el saber del lugar de agente y es el saber del ser hablante el que cuenta, de modo tal que no es un significante proveniente del Otro social el que lo nombra y le da sentido.

Lacan fundamentó el concepto de discurso a partir del lazo social. Lo aborda como una estructura necesaria en la cual “Mediante el instrumento del lenguaje se instaura cierto número de relaciones estables…”.[4] Esto se puede observar en la estructura con la que Lacan formaliza los discursos. Si “Toda cultura está hecha de elucubraciones cuya única finalidad es la defensa contra lo real”,[5] entonces localizamos la apuesta lacaniana en que el discurso analítico esté en el revés de esa defensa y que esté a la altura “de un discurso que se mantiene lo más cerca posible de lo que se relaciona con el goce”.[6]

Hacer legible la lógica de otro discurso no hace paridad ni complementa; es estar advertido de la exigencia de preservar la posición de extimidad del analista con relación al Otro social. El encuentro del psicoanálisis con otros discursos implica mantener abierto el agujero de un desencuentro que es lógico: la no relación sexual y la inexistencia del analista. Eso implica conversar con otros discursos sin renunciar a la singularidad del discurso analítico y, a la vez, sin pretender enseñarles nada. Como orientaba Judith Miller a las Bibliotecas del Campo Freudiano, se trata de conversar con disciplinas afines a partir de problemas comunes y de formas de arreglo singulares.

Acción lacaniana y acto analítico

Definir al acto analítico por la vía del atravesamiento lo pone del lado del acontecimiento y de la ética. En el acontecimiento hay ruptura de las coordenadas simbólicas y es esa subversión la que produce un antes y un después y, por tanto, está en la lógica de las consecuencias. Si el acto apunta al goce, en el mismo hay “Un no proferido al Otro”.[7] ¿Cómo situar entonces la acción lacaniana en esta misma perspectiva? Miller dice al respecto: “…saber qué es lo que, del lado del acto psicoanalítico -tal como fue definido por Lacan-, puede situarse como acción psicoanalítica o incluso como acción lacaniana -me atrevo a decirlo- para dar a ese acto psicoanalítico las consecuencias que puede tener en la sociedad”.[8]

A partir de la relación moebiana del psicoanálisis en intensión y el psicoanálisis en extensión, la pregunta es cómo conviene cada vez poner en acto lo vivo del psicoanálisis en el Campo Freudiano, en los distintos dispositivos de FAPOL, en el Instituto y en la Escuela murciélago -que tiene, como dice Miller en Cuestión de Escuela, alas analíticas y patas sociales-. En esa perspectiva es crucial una pregunta de Judith Miller que sirve de orientación y que hay que responder cada vez: “¿Cómo puede el psicoanálisis encontrar su lugar en el siglo XXI sin traicionarse y sin auto segregarse?”[9]

Algunas experiencias

Las Bibliotecas de la Orientación Lacaniana cumplen su cometido en la acción lacaniana. Conviene hacer legibles las posibilidades, los límites, los escollos y las invenciones, no sin contar con la singularidad y el tiempo lógico de cada Sección. Hay que saber de la singularidad de cada Biblioteca -decía Judith- de las posibilidades y obstáculos en cada Sección y de las circunstancias propicias o no a nuestro discurso en cada ciudad. Así podemos ver qué conviene a cada una. Es la orientación por lo real la que permite ver, abiertos a la contingencia, qué maniobra conviene cada vez. Al causar la transferencia al psicoanálisis en lo social se está en el reverso del amo y lo subvierte; y al dar a la trasferencia de trabajo un lugar en la Escuela, se hace inconsistir el mutualismo identificatorio que busca restituir la consistencia del Otro.

Otra modalidad de la acción lacaniana es la práctica en instituciones en los Centros de investigación y docencia en psicoanálisis (CIDs) del Instituto Nueva Escuela (INES). Sobre la vecindad del Instituto y de la Escuela, Laurent dice: “a veces no se mide sino mediante el agujero que intentan delimitar”,[10] agujero que implica la relación y diferencia entre ambos. En esta práctica, en vez de llevar el psicoanálisis a la institución -lo que le da al analista y a los practicantes el lugar sujeto supuesto saber, como en la práctica analítica-, hay que alojar a la institución en el psicoanálisis, lo que hace del analista sujeto supuesto no saber, uno más entre varios y sitúa la práctica en instituciones como una modalidad del psicoanálisis aplicado. Causar la transferencia a la orientación psicoanalítica de quienes trabajan en las instituciones que participan de otro discurso (salud mental, educación, jurídico) y no solo de quienes se forman como analistas o en psicoanálisis, requiere la puesta en acto de la práctica entre varios. En ella, una institución orientada en su apuesta en favor de la existencia del ser hablante, si bien ocupa el lugar del Otro, podrá no consistir como un Otro persecutorio o inflexible, sino como el Otro que hace el par con lo más singular de cada uno.

El Observatorio Violencia y Mujeres en Latinoamérica de la NELcf en la FAPOL[11] investiga fenómenos de violencia que iteran en nuestros países. Situar en estos fenómenos lo imposible de negativizar de lo femenino en lo social,[12] sin equiparar lo femenino con el género, ni la mujer con el objeto de la violencia -lo que la redoblaría como víctima- es estar en el reverso del amo. Las formas de arreglo posibles, no ideales, con lo real en juego, son construcciones espontáneas que hacen audibles las voces de quienes son silenciados. En ellas asistimos a la manera como se hacen escuchar, en vez de la queja de las víctimas, la posición derivada de su transformación en sujetos políticos. Es el material que aportamos a la FAPOL y a la Escuela para orientar la acción lacaniana.

La Red Psicoanálisis y Literatura de FAPOL[13] está en un instante de ver orientado en forma Joyceana, por la singularidad de la letra que descompleta el universal de la cultura. En este dejarnos enseñar por la literatura, retomo el decir poético de Fatima Pinheiro: “El arte se establece en torno a un vacío de la cultura como totalidad”.

La soledad de la diferencia

Este texto tiene un hilo que lo atraviesa, la orientación por lo singular y la soledad que implica para el discurso analítico. ¿No es lo que lleva a Miller a afirmar que “…la una única conexión que quizá se justifique mantener… es la conexión con la comedia de las conexiones”?[14] Si no hay relación sexual, solo nos queda mantener la relación entre los sexos en el registro de la comedia. Entonces ¿cómo hacer del encuentro del psicoanálisis con otros discursos un acontecimiento que preserve la extimidad del psicoanálisis con relación al Otro social al hacer valer su singularidad?


[1]  Miller, J.-A., “Psicoanálisis y conexiones”, Mediodicho, Revista de Psicoanálisis No. 34, Los psicoanalistas y su incidencia política, EOL-Sección Córdoba, Córdoba, 2008, p. 12.
[2]  Ibid.
[3]  Miller, J.-A., Un esfuerzo de poesía, Paidós, Buenos Aires, 2016, p. 67.
[4]  Lacan, J., El Seminario, libro 17, El Reverso del Psicoanálisis (1969-1970), Paidós, 2012, p. 10.
[5]  Miller, J.-A., Un esfuerzo de poesía, Op. Cit., p. 16.
[6]  Lacan, J., El Seminario, libro 17, Op. Cit., p. 75.
[7]  Miller, J.-A., Jacques Lacan: observaciones sobre su concepto de pasaje al acto, Fuente: “Infortunios del acto analítico”, Buenos Aires: A Tuel, 1993.
[8]  Miller, J.-A., Un esfuerzo de poesía, Op. Cit., p. 171.
[9]  Miller, J., “Delicadeza”, Colofón, Boletín de la FIBOL, Número extraordinario, Judith Miller y las Bibliotecas del Campo Freudiano, FIBOL, Barcelona/Buenos Aires, abril de 2018, p. 124.
[10]  Laurent, É., ¿Cómo se enseña la clínica?, Cuadernos del Instituto Clínico de Buenos Aires, No. 13, ICBA, Buenos Aires, 2010, p. 32.
[11]  Jimena Contreras, Susana Dicker, Silvana Di Rienzo, Beatriz García Moreno, María Cristina Giraldo y Paula Iturra (Coordinadora).
[12]  Entrevista a Leonardo Gorostiza ¿La feminización del mundo?, Feminismos, EOL- Grama, Buenos Aires, 2018.
[13]  María Cristina Giraldo, Fatima Pinheiro, Francisco Pisani (Coordinador), Pablo Russo.
[14]  Miller, J.-A., “Psicoanálisis y conexiones”, Op. Cit., p. 18.

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