Mercedes Iglesias y Beatriz García Moreno
Respecto a las preguntas de la entrevista, anotamos algunas respuestas de Clara para Lacan XXI. “…el sujeto se enfrenta a un real que además de ser fuera de sentido, es fuera de saber, frente a lo que se requiere establecer un lazo de palabra, anudar esa urgencia al campo del Otro (A), pero no de cualquier modo”. “…el analista entra a hacer par con la demanda de urgencia en los pedidos de análisis”. “Hablar de que el síntoma se usa, más que señalar que es algo a curar, nos permite introducir la idea de una “medida” que no tiene que ver con la norma, para todos, sino una medida singular.”
- Pregunta de Mercedes Iglesias:
Una de las vertientes de la discusión del último Enapol refiere a que nos encontramos con sujetos en los que predomina la urgencia de la satisfacción y sus enredos para lograrlo. Señalar que en este tipo de sujetos es más importante el hacer que el saber. Entonces: ¿el análisis permitiría un efecto de hacer de otro modo sin pasar por el saber? o ¿en el recorrido analítico se elabora un saber de este saber hacer?
Frente a la “urgencia de satisfacción” es decir aquello no dominado por lo simbólico ni lo imaginario, donde el significante es impotente para dominar el cuerpo o dicho de otro modo, nuestra subjetividad es alcanzada y algo no es subjetivable, el sujeto se enfrenta a un real que además de ser fuera de sentido, es fuera de saber, frente a lo que se requiere establecer un lazo de palabra, anudar esa urgencia al campo del Otro (A), pero no de cualquier modo. La pregunta es ¿cómo apropiarse de ese real sin ley? Lacan propone tomar el nudo tal cual, sin concebirlo, sin elucubración, lo que supone hacer prevalecer el hacer sobre el saber. Que prevalezca uno sobre otro, no significa que no se conjuguen, de modo tal que se trata de un saber hacer, siempre y cuando este saber no sea un saber en el sentido de lo simbólico, que no sea un saber de construcción, sino un saber al servicio del hacer. El saber funciona por su puro valor de uso.
Efectivamente, será necesaria la formación que nos permita ser incautos. Es esta posición la que posibilita introducir lo menos posible el sentido, porque con el sentido se introducen los embrollos. El incauto lacaniano sabe lo que es semblante en el sentido, intenta mantenerse en el nivel de lo real. Se sirve del nudo para dar el sentido de lo real. El analista que se forma sabe que no sabe, que no hay saber completo, en la medida en que se desprende de la posición fálica. Desde allí tiene lugar su acto.
- Pregunta de Beatriz García Moreno
En tu intervención en Enapol 2023, planteas que el analista entra a hacer par con la demanda de urgencia en los pedidos de análisis, no desde una posición de “abstención y borramiento”, sino que por el contrario se dispone para interrogar “sobre el modo cómo cada parlêtre mantiene el cuerpo junto, así como las posibilidades de inventar”, y se detiene en los detalles con el fin de aislar el significante que lo hace singular. ¿Podría pensarse que desde ese momento la atención del analista está puesta en el síntoma, tanto para abordarlo como lo que mantiene el cuerpo junto, como para verlo como camino para una invención, a modo de sinthome, que le permita un mayor anudamiento?
No hay otro modo de hacer frente a la urgencia, nos dirá Lacan, que haciendo par con ella, es decir prestándose a encarnar eso rechazado fuera del campo del A para restablecer un lazo de palabra. Junto al sujeto, el analista, encarna la presencia de un Otro (A), para inventar. En la medida en que se puede captar y/o aislar eso singular del parlêtre, es decir, extraer una palabra que pueda recobrar lo que lo sostiene al sujeto de la urgencia será posible extraer las soluciones propias. Se trata entonces de orientarse por la singularidad de la respuesta sinthomatica, para hacer factible la reparación del nudo o un nuevo anudamiento.
- Pregunta de Adolfo Ruiz
Encuentro de especial interés la expresión “Medir el uso del síntoma”. ¿Cómo pensar este “medir” por parte del analista orientado por lo real para ir más allá de la trampa o las trampas del principio del placer y hacer posible que, en su acto siempre contingente, algo de la relación singular del parlêtre con lo real “no sea omitido”, condición de posibilidad para un psicoanálisis?
El término “medir el uso del síntoma” surgió en el apres-coup del escrito para introducir la utilidad del síntoma en la cura. Hablar de que el síntoma se usa, más que señalar que es algo a curar, nos permite introducir la idea de una “medida” que no tiene que ver con la norma, para todos, sino una medida singular.
Esta paradójica “medición” consiste, en volver sobre los significantes, aislarlos y separarlos de la cadena, ubicando un modo de decir propio, para encontrar su uso particular. Atrapar un pedazo de real para anudarlo a la transferencia, es decir al Otro (A).
Para resumir y retomar las tres preguntas, diría citando a E. Laurent, que se trata de “volverse basta y destinatario de los signos ínfimos, entrar en la matriz del discurso por el signo y no por el sentido”. Esta perspectiva responde a un enfoque caracterizado por “una particular atención al decir”, donde se trata para el analista de “hacerse partenaire de una discreta sintomatización del sujeto”