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IDENTIDAD Y SEXUACIÓN EN LA ÉPOCA ACTUAL


lacan21 - 22 de octubre de 2018 - 0 comments

Irene Accarini. Collage. Serie “Cuerpos plegados”. Img. C.Gardos. EOL- AMP

Irene Accarini. Collage. Serie “Cuerpos plegados”. Img. C.Gardos. EOL- AMP

Paula Husni – EOL-AMP

 

       “No hay un goce último que pueda aliviarnos definitivamente de nuestra angustia: tal es el imposible al que se confronta el discurso del goce.”

Éric Laurent.

La era de las águilas

Gérard Wajcman afirma que la hipermodernidad es la instauración de una civilización de la mirada, donde se aúnan la sociedad de la vigilancia con la sociedad del espectáculo: “Entramos en la era de las águilas. La característica de las águilas es tener los ojos más grandes que el cerebro. Esto no significa que sean idiotas, sino que piensan con sus ojos”.

Viralización de intimidades donde el modo de gozar de cada quien se visualiza y se hace público; la intimidad se confunde sin tregua en una exterioridad sin velos propicia a normativizarse y legislarse.

Si seguimos la declinación de esta lógica hacia las subjetividades, puede vislumbrarse el horizonte de un recorrido especular donde el ser visto/hacerse ver, retorna como modo casi imperativo de hacerse un cuerpo, hacerse existir.

Eric Laurent, en su libro “El Reverso de la Biopolítica”, resalta dos aspectos del fenómeno contemporáneo:

“Por un lado, el cuerpo se hace máquina plural, divisible en unidades cada vez más numerosas y complejas (fisiología, genética, epigenética). Por otra parte, se vuelve imagen unificada y difracta así su falsa unidad en las pantallas más diversas”.

De ello resulta, agrega, la identificación del ser hablante con su organismo, lo que él llama una falsa identificación.

Se podría decir que será esta falsa identificación lo que dirime la orientación del psicoanálisis respecto a otras prácticas y establece una dirección para poder pensar al sujeto de la época, las identificaciones y la inscripción de leyes como la de identidad de género. (En la Argentina, esta ley se sostiene en sus fundamentos en las teorías de género).

El auge actual del término transgénero, aboliendo la dicotomía hombre-mujer que conllevan las teorías de género, bien podría pensarse como un significante que funciona al modo de una bandeja giratoria que posibilitaría una desidentificación constante.

“Es en el hiato de la identidad consigo mismo donde se concibe que el sujeto se identifique”.

Desde esta perspectiva, las identificaciones –múltiples o indeterminadas– emergen y proliferan en el lugar de una respuesta posible al hiato de la identidad.

V, una mujer trans, expresa: “A los tres años ya sabía que quería ser una nena. Empecé a hacer boxeo. Mi mamá quería tener un hijo boxeador, me daba juegos de varones. Mi hermana, que es mujer, se la pasaba jugando a juegos de varones, jugaba a ser un varón, yo no jugaba, quería ser una nena. Si los juegos te harían varón o mujer yo sería re masculino y ella sería lesbiana.”

L, también mujer trans, sufre reacciones violentas por parte de los padres cuando, también de niña, les dice que le gustan los varones. Frente a esta reacción, trata por todos los medios de que le gusten las chicas. Dice: “Voy a hacer la posibilidad de que me gusten las chicas”.

Estos testimonios, condensados sobre todo en esta última frase, dan cuenta de que eso que irrumpe no es del orden de una elección voluntaria, sino que se trata de un hecho. Que para contrariarlo, habría que, efectivamente, “hacer” un gusto, lo que, como bien se escucha, se trata de una paradoja imposible.

Águila no toda o loa a la opacidad

Si el psicoanálisis parte de una falta de identidad estructural del sujeto, esto es en tanto el goce mismo entraña una grieta insubsumible que no se salda con el permiso a gozar. Es bajo esta perspectiva que no puede pensarse en una identificación que se proponga como aquella que restaurare lo hetero que imprime el goce. La falla será uno por uno:

“(…) si algo falla en la sexualidad, es para cada uno, o incluso nadie sale bien de ella, es decir, un universal del fracaso”.

Hay, sin embargo, una opacidad del goce que se resiste a su mostración. No todo entra en el panóptico del ojo del águila ni es factible a ser exhibido. Toda cámara tiene su punto ciego:

“Ya sean las tentativas de autorretrato del cuerpo por la ciencia, el autorretrato democrático del selfie o el autorretrato del artista en todas sus declinaciones, todos ellos, en sus límites y sus fracasos, conducen a la experiencia psicoanalítica del autorretrato imposible del sujeto que Lacan acabó designando como parletre. (…) Finalmente, sean cuales sean las tentativas de representar la inscripción del goce en o sobre los cuerpos, no se ve nada”.

En el desarrollo del concepto de intimidad, F. Julienne dibuja los bordes de lo Otro:

“Lo íntimo (…) pretende ser lo más interior, y ese interior hace caer la frontera en la cual se encerró una interioridad. Al mismo tiempo que se retira en sí mismo, apela a “lo Otro” para que penetre en ese adentro, y la delimitación adentro/afuera llega entonces a borrarse”.

Bordes que se entrecruzan con lo que, desde el psicoanálisis, conocemos como lo éxtimo; extimidad que sanciona lo disruptivo de la presencia del objeto en el cuerpo como resultado de ese choque fundante que “es para nosotros una fractura constitutiva de la intimidad.”

La paradoja del goce consiste en que es, ante todo, trauma y constituye un agujero en las representaciones del sujeto. La experiencia de goce es vivida como experiencia de Otra cosa. Eso no es propicio a imaginarizarse o exhibirse porque resulta insoportable para el sujeto mismo.

El malentendido supone que la identificación resolvería el hiato de la identidad, confundiendo al organismo con el cuerpo de goce y reduciendo el problema de la sexuación a una cuestión de género.

Hay entonces un malentendido fundamental cuando se cree poder intervenir sobre la identidad sexual mediante una intervención sobre el órgano – asevera F. Ansermet -. Esto no basta para que el cuerpo se ponga a hablar otra lengua”.

Si es el lenguaje lo que resulta mortificante para el sujeto, el goce propicia –con lo disruptivo de su presentación– una función vital.

En tanto los modos de goce se resisten a ser inscriptos en una clasificación universalizante que diluye su estofa singular, se hace necesario poner atención a sus modos de retorno.

 


Notas:
  1. Laurent, É., Un nuevo amor por el padre. Freudiana: Revista psicoanalítica publicada en Barcelona bajo los auspicios de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, Nº 53. Barcelona, 2008, p. 95-11
  2. Wajcman, G., El ojo absoluto. Buenos Aires. Manantial, p. 21
  3. Laurent, É., El reverso de la biopolítica. Buenos Aires. Grama, 2016, p. 13.
  4. Toda persona tiene derecho al ¨reconocimiento de su identidad de género, al libre desarrollo de su persona conforme a su identidad de género y a ser tratada de acuerdo con su identidad de género y a ser identificada de ese modo en los instrumentos que acreditan su identidad respecto de el/los nombre/s de pila, imagen y sexo con los que allí es registrada.¨ (Ref. art. 1º de la ley 26.743)
  5. En el artículo 2º propone una definición de la identidad de género entendiendo a la misma como ¨la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo.¨ (Ref. art. 2º misma ley)
  6. Miller, J.- A., Extimidad. Buenos Aires. Paidós, 2010, p. 33.
  7. Miller, J.-A., Un Esfuerzo de Poesía. Bs. As. Paidós. 2016. p. 290.
  8. Miller, J.-A., La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica. Bs. As. Paidós. 2003. p. 31
  9. Laurent, É., El reverso de la biopolítica. Op. cit, p. 13.
  10. Julienne, F., Lo íntimo. Buenos Aires. El cuenco de plata, 2013, p. 23.
  11. Miller, J.- A., Extimidad. Op. cit, p. 17.
  12. Ansermet, F, Identidad Sexual. Scilicet El Cuerpo Hablante. Sobre el inconsciente en el siglo XXI, Asociación Mundial de Psicoanálisis. Buenos Aires. Grama, 2015, p. 153.