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La cartelización IUFI, valle de pasiones.


lacan21 - 25 de octubre de 2016 - 0 comments

Sergio de Campos. «Gráfico do desejo II»

Gerardo Arenas – EOL. AMP

Decir que la orientación lacaniana es apasionante no constituye un juicio de valor, sino la constatación de un hecho, pues la estructura del lazo que ella establece entre los analistas y la dirección que imprime a los análisis forman un nudo con la ética del respeto por lo singular, y lo singular es el nombre genérico de la pasión en que consiste, para cada quien, el núcleo de su ser. Por otro lado, ese carácter apasionante puede contagiarse por canales tales como el análisis del analista, el control de su experiencia, el pase acogido y testimoniado en la Escuela, y el cártel, además de las enseñanzas que puedan tener lugar en los institutos analíticos y en el ámbito universitario. Lo paradójico de ese contagio es que no masifica mediante la transmisión de algo que se torna común a todos los afectados, ya que, por el contrario, dignifica en ellos su diferencia absoluta.

¿Cómo opera ese contagio en el dispositivo de Escuela denominado cártel? Un pequeño número de integrantes (idealmente cuatro) se ponen de acuerdo para elaborar una porción de saber en torno a ciertos interrogantes que admiten una égida común. Por ejemplo, uno quiere saber cómo es la entrada en análisis de un sujeto psicótico, otro se pregunta qué tipo de intervenciones hacer en las psicosis, a un tercero lo interroga la inercia libidinal de un paciente melancólico, y al cuarto le gustaría escribir algo sobre un caso de erotomanía transferencial para unas jornadas hospitalarias. Dado que todas sus inquietudes se inscriben sin forzamiento en el campo de la clínica de las psicosis, suele darse curso a tal comunidad de afanes convocando a alguien que sepa sobre el tema y pueda entonces instruirlos al respecto. Pero así no se crea un cártel, sino un grupo de estudios, y quien acepta esta convocatoria deviene docente, no más-uno.

La función del más-uno

¿Qué ocurre si, en lugar de aceptar esa convocatoria, el convocado opta por hacer de esa demanda la ocasión de forjar un cártel? En ese caso, su primera tarea será descubrir la pasión singular que está en la base de las preguntas de cada integrante. Por ejemplo, con aquel interesado en saber cómo es la entrada en análisis de un sujeto psicótico, hablará para descubrir qué problemas clínicos concretos han suscitado su inclinación por ese tema; quizá de ello surja un planteo acerca del modo en que lo desvela el uso de la interpretación por el equívoco en los significantes amo de un delirio paranoico y, tras ese desvelo, una predilección por captar en el detalle cómo inciden las palabras en el cuerpo. En otros términos, el más-uno se abocará a pescar la pasión que lo ha movido a plantearse esas preguntas; con su consentimiento, buscará nombrarla de manera precisa –efectos de la interpretación por el equívoco en la paranoia, digamos–, y este nombre constituirá el rasgo de este integrante en el cártel. Lo mismo hará con los demás, y a su vez compartirá con ellos los enigmas cruciales que para él mismo siguen irresueltos y cuya investigación tiene en curso o bien esperaban la ocasión favorable para emprenderla. Por último, en vez de hallar el marco común en que quepan las pasiones singulares de los cinco (cuatro más uno), buscará crear un hilo cualquiera que las engarce como a cuentas de un collar, y ese hilo será el “tema” del cártel. Esto basta para poder inscribir el cártel en una Escuela. Así habrá cumplido con la función del más-uno.

En cada reunión del cártel, el más-uno podrá orientar la búsqueda de los integrantes, discutir sus avances, sugerir bibliografía ajustada a sus intereses, etcétera, pero su objetivo no será enseñar un saber constituido, sino localizar sus pasiones (que suelen desplazarse a medida que ellos hacen su camino), tal como lo hizo en el momento de formar el cártel.En ocasión de las jornadas de cárteles de la Escuela en que el suyo haya sido inscripto, instará a los integrantes a presentar los avances de su trabajo, a fin de que puedan discutirlo con un público más amplio. De ese modo, el cártel deviene vía de acceso a la Escuela, tal como Lacan lo pretendía.

Encauzar la causa

Éste es el motivo por el cual, para favorecer la extensión del psicoanálisis de orientación lacaniana en América Latina, la Iniciativa Universitaria de Formación e Investigación (IUFI) ha decidido generar el lazo entre sus participantes y las Escuelas americanas (EBP, EOL, NEL) por medio de la cartelización de sus integrantes,con la sola condición de que el más-uno de cada cártel sea miembro de alguna de ellas. Así, quienes aun teniendo inscripción universitaria y múltiples lazos transferenciales con esta orientación se veían impedidos de participar de la Red Universitaria Americana (RUA) por no ser miembros ni asociados de ninguna Escuela, a pesar de haber transitado parte de su formación allí (o en los diversos institutos del Campo Freudiano, o en posgrados universitarios afines) o de ser el sostén de importantes bastiones de la orientación lacaniana incluso en contextos universitarios adversos, de ahora en adelante no tienen más que formar parte de uno de tales cárteles para inscribirse en IUFI y así enlazarse con las Escuelas que lo promueven.

Si cada cártel es un vehículo para orientar las pasiones que causan a sus integrantes, la cartelización IUFI constituye el valle donde ellas convergen, desembocan y se suman. Dicho de otro modo, en Latinoaméricaesa cartelización deviene así un privilegiado “valle de pasiones” capaz de encauzar la causa de la orientación lacaniana en dirección a sus Escuelas.