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La escuela no es de esta época


lacan21 - 26 de mayo de 2020 - 0 comments

Graciela Allende - EOL AMP - SIN TÌTULO. Fotografía

Graciela Allende – EOL AMP – SIN TÌTULO. Fotografía

Marlon Cortés – Asociado a la NEL – Medellín

Para pensar la época desde el campo lacaniano, hay una frase muy citada: “mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época. Pues ¿cómo podría hacer de su ser el eje de tantas vidas aquel que no supiese nada de la dialéctica que lo lanza con esas vidas en un movimiento simbólico?”.

Y a renglón seguido, una frase menos conocida: “Que conozca bien la espira a la que su época lo arrastra en la obra continuada de Babel, y que sepa su función de intérprete en la discordia de los lenguajes”. 1

La primera parte de la cita se suele interpretar diciendo que es necesario que el psicoanalista conozca el momento histórico en el que está. Lacan en ese momento está refiriéndose a lo que le plantean sus colegas en relación con que él está desviando a Freud de sus bases biológicas, planteando la importancia del lenguaje (“el imperativo del verbo”). Recordemos que a esta altura de la obra lacaniana estamos en la primacía del registro simbólico. Lacan está moviéndose para subrayar en Freud la importancia del lenguaje. Hace un retorno a su maestro, pero dando una vuelta más en la bobina del campo psicoanalítico. 

La segunda parte de la cita tiene tres elementos claves: “espira”, “Babel”, y “discordia de los lenguajes”.

La espira es una palabra importada de dos campos del saber: la física (más exactamente, en el tema del magnetismo), y el mundo esotérico. La imagen que ayuda a entender la espira es el bastón de Esculapio con la serpiente enrollada en forma de espiral:

En la cita, entonces, de lo que se habla es de una fuerza “magnética” que arrastra al analista, “en la obra continuada de Babel”. La referencia a este mito bíblico (descrito en el libro del Génesis) es por lo siguiente: Babel es un pueblo que quiso hacer una torre para llegar al cielo, y entonces, con eso, volverse famoso. Cuando dios supo esto, cuenta el mito, tomó la decisión de castigarlos creando las distintas lenguas para que entre ellos no se entendieran. La consecuencia de esto es que la torre finalmente no prosperó, y entonces el pueblo se dispersó por toda la faz de la tierra. Antes de la torre, todos hablaban la lengua de Adán, la lengua Adámica, que es el hebreo; la lengua primera, única, original, sin malentendidos.

Volvamos a Lacan. En la cita, su primera invitación es a que el analista sea de su tiempo. Es la idea sobre la que, de manera repetida, volvemos cada vez que traemos la cita en cuestión. La segunda parte de la cita agrega un matiz que enseña sobre la Escuela.

¿A qué se refiere Lacan cuando menciona la época?

Varias piezas sueltas de la misma cita nos ayudan a responder esta pregunta (así sea de manera parcial):

  • La época tiene subjetividad.
  • La época arrastra hacia una espira (hacia una dirección).
  • El contexto de la época es “la obra continuada de Babel”.
  • La época tiene una dialéctica.

El psicoanalista es arrastrado por ese espiral que conforma la subjetividad de la época; pero entonces, ¿hacia dónde lo arrastra? ¿hacia dónde lo lanza? Lo arrastra en dirección a la obra continuada de Babel, cuya ciudad construyó una torre para alcanzar el cielo, lugar donde habita Dios. Está Lacan hablando con los psicoanalistas de su tiempo que le recriminan abandonar las bases biológicas de Freud para rescatar el orden simbólico y, con él, las referencias culturales que recorren su obra. La época, entonces, es la ciencia, que arrastra al psicoanalista; y al lado de esta ciencia, por lo menos metafóricamente, ubica también a dios. En principio, el analista ha de reconocer esta fuerza que lo arrastra a tener una relación con la verdad teniendo como paradigma la ciencia, la objetividad, la ausencia de equívoco y, en términos bíblicos, la lengua Adámica, la de Adán, la lengua sin malentendidos. El mito de la torre de Babel no es solo judío para hablar de un castigo divino en contra del ser humano que quiere llegar a ser como Dios; también es un mito para hablar sobre el origen de las lenguas. Dante habla de él en el ensayo que llama De vulgari eloquentia. Allí plantea que, en un principio, el ser humano hablaba una sola lengua; luego comienza a construir la torre de Babel para llegar al cielo, y en esa tarea aparecen las distintas lenguas como castigo divino, y con ellas, “la discordia de los lenguajes”, el malentendido, la desarmonía, el desacuerdo, etc. Y con el psicoanálisis podemos decir que con las distintas lenguas, entonces nace también el sujeto.

Aquí llegamos a la última frase de la cita: “y que sepa su función de intérprete en la discordia de los lenguajes”. No dice: “intérprete DE la discordia de los lenguajes”, sino “intérprete EN la discordia de los lenguajes.” ¿La función del psicoanalista es interpretar la discordia de los lenguajes? Puede ser, pero se estaría cambiando la preposición utilizada por Lacan, que es “dans” (en francés).

¿Qué puede implicar asumir la preposición “en”?

Que la interpretación sucede en medio de la discordia de los lenguajes. Y entonces, dos lugares se me ocurren para ubicar ese contexto (medio) en el que sucede dicha discordia: uno, el mismo analista; y dos, la Escuela.

¿Qué tipo de organización humana es ésta que de entrada acepta la división subjetiva de sus miembros, y a la vez se reconoce ella misma como lugar de la discordia de los lenguajes?

Es la Escuela de Lacan

Miller, en La Teoría de Turín acerca del sujeto en la Escuela, dice: “la Escuela debe preservar su inconsistencia como su bien más preciado”.2 Desde la perspectiva bíblica, la aparición de la confusión por la diversidad de lenguas es asumida como un castigo. Contrario a esto, Dante, en el ensayo citado, remarca la importancia de las diversas lenguas vulgares para la cultura, en oposición al latín que era asumido como la lengua oficial utilizada para el manejo del Estado y de la Religión. Por lo tanto, EN la Escuela, la inconsistencia, la discordia, la diferencia, no son asumidos como algo de lo que es necesario librarse, sino que son un bien preciado. Digámoslo con un término clínico: en la Escuela, la relación sexual no existe. De hecho, esta no existencia es la condición para que la Escuela exista. No nos reunimos alrededor de ningún maestro que nos revela la verdad, sino que nos reunimos en carteles para que cada quien construya una porción de saber sobre la experiencia analítica. Cada Sede o Sección tiene su disposición burocrática para responderle al Estado con cierta consistencia, frente a algunos requerimientos jurídicos y económicos, pero eso está lejos de ser la experiencia de Escuela. La Sede o Sección es el soporte de la Escuela como experiencia, pero la Sede o Sección no son la Escuela. Del lado de la institución es necesario sostener cierta consistencia, pero del lado de la Escuela como experiencia, no.

En esta época, obra continuada de Babel, se validan solo los textos escritos con la jerga científica (Adámica), que es la que pretende nombrar la realidad tal cual es, sin intervención alguna de los sujetos, que son quienes aportan “la discordia de los lenguajes”. Contrario a eso, EN la Escuela se hablan distintas lenguas. En esta época, el psicoanalista es arrastrado en la dirección de esa espira, obligándolo a construir su torre para alcanzar al dios que sabe todo, sin fisura alguna. Contrario a eso, EN la Escuela, todo discurso es parcial, y fragmentado. De ahí que podamos pensar la cita lacaniana con otros ojos, y entonces decir que la Escuela (y, por consiguiente, los analistas) no son de esta época, pues se fundan (los dos) EN la discordia de los lenguajes.


NOTAS:
1 Lacan, J., “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis” (1953). Escritos 1, Siglo XXI Editores Argentina, Buenos Aires., 1988, p. 309.
2 Miller, J.-A., Teoría de Turín acerca del sujeto de la Escuela, https://www.wapol.org/es/las_escuelas/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intEdicion=1&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=291&intIdiomaArticulo=1&intPublicacion=10. Fecha de consulta: 2 de febrero de 2020.