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La especificidad del autismo – Observatorio de Políticas del Autismo de EBP/FAPOL1


lacan21 - 4 de mayo de 2018 - 0 comments

M.C. F. “Colores”. Dibujo.

Elisa Alvarenga
EBP-AMP

El Observatorio de Políticas del Autismo de la Escuela Brasileña de Psicoanálisis (EBP) /Federación Americana de Psicoanálisis de Orientación Lacaniana (FAPOL) elabora este texto como teoría de la clínica a partir del caso de un joven autista de 20 años, presentado al Observatorio por Anamaria Vasconcelos.

El caso demuestra como el psicoanálisis de orientación lacaniana recibe y trata un niño autista, haciendo surgir sus intereses específicos a partir de una oferta de la analista que dice no a la inmersión en el goce estancado. Marcos llega a los 3 años y medio, con su gran bolsa de juguetes, de la cual él no podía separarse. Inicialmente fue preciso una intervención en el Otro, orientando a la madre para que él pudiera alimentarse, más allá de los líquidos de la mamadera. Así, un deseo no anónimo pudo surgir del lado de la madre, de tal manera que Marcos pudo dejar el gran objeto que parecía, para él, cumplir la función de borde que protegía su cuerpo. Era como si fuese un objeto de su bolsa de juguetes, que cargaba a todos lados.   

Inicialmente había retención de los objetos mirada y voz: él no miraba a la analista y hablaba en un lenguaje incomprensible, o solamente comprensible por la madre. Jean-Claude Maleval habla de la entrada en el lenguaje, en el autismo, por la vía del signo, y lo esclarece en su Conferencia de 12 de agosto de 2017 en Bogotá. Él propone la tesis de que el autista entraría en el lenguaje por la vía del signo y no por el significante incorporado.

Freud llama signos a los primeros rasgos de percepción de los objetos, antes que ellos se asocien en el inconsciente por simultaneidad o por relaciones causales. En el autismo, diferentemente de la psicosis, esos signos no parecen constituir otro incorporado por el sujeto, por ello decimos que en el autismo, inicialmente, no hay otro, como tampoco hay cuerpo.

En el Seminario 9,2 Lacan dice que lo que hay de real en el origen es el signo y que el significante ya sería la borradura de la Cosa. Por ello, Jean-Claude Maleval sostiene las serias dificultades del autista con relación a la alienación significante. El sujeto autista, agarrado al signo sin la interpretación que vendría del Otro, tendría su orientación a lo real. Eso permite entender el funcionamiento de algunos autistas que piensan a través de imágenes, con un recurso muy precario al registro simbólico. Esto se presenta en la forma como establecen su relación con las imágenes y cosas, sin sustitución metafórica y sin entrelazamiento con el sentido.   

La renuncia del lenguaje para la comunicación por la vía del habla y, por otro lado, la voluntad de poder ser entendidos en su modo de funcionamiento hacen que algunos autistas de alto rendimiento, en nombre de los demás autistas, escriban en sus autobiografías, referencias fundamentales para que podamos proseguir con nuestras investigaciones.3

El primer paso del tratamiento de Marcos es encontrar para él un lugar en el deseo del Otro, para que él pueda separarse de esa gran bolsa que cumplía para él la función de borde corporal. Marcos demuestra entonces un interés por formas, colores y cuentos, libros y películas. Su caso es diferente de aquél de Owen Suskind, hijo del periodista norte-americano Ron Suskind, que dio origen al método de tratamiento y al coloquio realizado en Rennes, publicado en el libro Affinity Therapy.4  En el caso de Owen, retratado en el libro y en la película recientemente publicados en portugués (Vida animada), los padres escucharon a su hijo que, obsesionado por los films de Disney, tenía un interés particular por una escena del film “La Sirenita”, en la cual la hechicera le dice a Ariel, la sirena, que sólo quiere su voz. De este modo, el chico rebobinaba la escena innumerables veces y repetía que sólo quería escuchar su voz. ´Rebobinaba la escena innumerables veces y repetía “sussuvuz”, “juicervoice”, que finalmente fue escuchado por los padres como “just your voice5. El padre de Owen, y el resto de la familia, en seguida, pasaron a conversar con él con las voces y la pantomima de los personajes de las películas de Disney, de tal forma que él, que no hablaba hacía años, comenzó a hablar. Inicialmente, el habla prestablecido por los personajes de los films. De poco él pasó a relacionarse con otros niños y más tarde encontró una novia. Hoy él tiene un club Disney donde miran, con varios adolescentes autistas o deficientes, las películas de Disney, e invitan actores que hacen las voces de los personajes para presentarse en el local. Esos jóvenes, antes aislados en su mutismo, hoy se divierten y conversan a partir de los films. No se trata propiamente de un tratamiento analítico, pero puede transformar una afinidad en solución sintomática que haga lazo.   

El caso de Marcos es un poco diferente porque su interés específico surgió bajo trasferencia. A partir de su interés por formas, colores y cuentos, Anamaria introdujo en la sesión la computadora. Eric Laurent dice que es importante permitir al autista el acceso a la computadora, ya que él no dispone del aparato del espejo para hacerse un cuerpo. La pantalla de los aparatos y los instrumentos de la tecnología moderna ofrecen la posibilidad de separar el registro de la letra de aquel significante. Algunos autistas se interesan por los youtubers y locutores en un intento de hacer uso de la voz y hay también aquellos que pueden hablar desde que usen títeres para representarlos. Son artificios para separar o extraer la voz del cuerpo6. Por la gran dificultad de enunciación, de apropiarse de la palabra y modular su voz, el autista puede repetir frases o escribir. Así podemos entender lo que dice Animaría sobre Marcos: él habla como un extranjero, y cuando no consigue expresarse por medio de palabras, él dibuja para hacerse comprender.   

Vemos entonces el procedimiento inventado por él a partir de las ofertas del analista: él hace formas geométricas en la computadora, que ella rellena con colores, después rellena la pantalla de color y dibuja contornos negros. El aparecer y desaparecer de las formas va constituyendo un esbozo de fort-da, hasta vaciarse de libido. Ella retira entonces la computadora y aparece la plastilina, con la cual él cubre los objetos y realiza, un pega y despega, un nuevo par de significantes. Cuando la plastilina sucia es colocada en la basura, él se angustia, y ella duda en hacer valer ese corte. Pero él mismo da un paso adelante, haciendo de la pileta del baño el nuevo instrumento de realización del llenar y vaciar. La analista acompaña atentamente por meses ese movimiento, hasta que percibe un vaciamiento, libidinal, de ese neo fort-da 7. Ella introduce entonces la tinta, tiñendo el agua y permitiendo a él transformar un color en otro y descubrir nuevos colores, mostrarlos y nombrarlos. La mirada del Otro y su aprobación ya son importantes para él.     

Un nuevo corte se hace necesario con la reducción del agua y la introducción del pincel en el papel. Ella dibuja para él, que comienza entonces a hacer sus propios dibujos, con personajes y relecturas de los films que miraba. Él retoma, en su casa, la computadora extraída de las sesiones. Llenar y vaciar, colorear y nombrar dio al dibujo un nuevo estatus para Marcos, creando bordes y, por ende, dándole un cuerpo. La constitución de una fisura a partir de esa construcción simbólica mínima, con la creación de imágenes, es verificada cuando él demanda al padre llevar su tablet a la escuela, y mostrar sus dibujos a los compañeros. Donde faltaba el circuito pulsional, se construye un nuevo circuito, que incluye al Otro materno, el Otro de la transferencia y después el Otro social, inicialmente en la escuela y luego ampliando con el lanzamiento de un libro, autógrafos y entrevista. Así podemos entender por qué Marcos deja sus sesiones con la analista: él construyó un borde con el Otro social, un espacio para intercambios y contactos que, por desplazamiento metonímico, se va ampliando. Con la posibilidad de volver a recurrir a la analista, si es necesario.

Anamaría muestra algunos conceptos difíciles de aprehender, como la forclusión del agujero, propuesta por Eric Laurent 8, a partir de Miller. Se trata de la inmersión de los autistas en lo real, su doloroso acceso a una dimensión en que nada falta. Si no hay agujero, nada puede ser extraído. Es lo que provoca en los autistas, increíbles crisis de angustia, cuando están delante de una puerta, o cuando, en el baño, no logran separarse de sus heces. La automutilación puede surgir allí como forma de crear un agujero y extraer un goce que invade su cuerpo de manera insoportable.

Maleval dice que el borde capta el goce y lo dirige al objeto, limitando el goce, pero es necesario vaciar el borde, lo que permitiría reducirlo al interés específico.9 En un caso exitoso como el de Temple Grandin, vemos que, además del interés específico que la lleva a crear la máquina del abrazo, Temple tiene una abertura al agujero que constituye a través de las puertas: inicialmente fuente de gran angustia, se vuelven para ella apertura, posibilidad. Marcos también se angustia cuando hay cortes y él tiene que lidiar con la falta del objeto que cubría todo, la plastilina. Sin embargo, la presencia de la analista le permite aceptar el encuentro con un nuevo objeto que se va desplazando y transformando hasta convertirse en la demanda de mostrar su trabajo a los colegas.    

Autismo y psicosis ordinaria

En el libro La Psicosis Ordinaria, el autismo ocupa una pequeña parte en el informe sobre “ligaduras, desligaduras y religaduras”. No hay una verdadera separación entre el autismo y la psicosis, siendo el autismo considerado una “elección de la psicosis en su polo extremo, el autismo”10. Con todo, ya se postula “una falta radical de cualquier proceso primario de simbolización. Es la falla de Bejahung primordial que podría corresponder al desencadenamiento”.11

Eso ya nos permite hacer una primera diferenciación entre el tratamiento del autismo y el de la psicosis, a partir del caso presentado por Anamaria. En el autismo, se trata de construir un borde, a partir del agujero, introduciendo metonímicamente otros objetos, “intereses específicos”.  Se trata, por lo tanto, de elevar un interés específico a la categoría de sinthoma”.12

Si hasta algunos años atrás no distinguíamos el autismo de la psicosis esquizofrénica, eso se debe a que el propio concepto de autismo, inventado por Eugen Bleuler, en 1911, hacia parte de los síntomas primarios de la esquizofrenia descriptos por el psiquiatra suizo que, juntamente con Carl Gustav Jung, se dedicaba al tratamiento de pacientes en el inicio del siglo XX. Bleuler, cuya rica correspondencia con Freud fue recientemente publicada en portugués, renombró la “demencia precoz” descripta por Kraepelin como esquizofrenia, y describió el autismo como un alejamiento de la realidad que, juntamente con el ablandamiento de las asociaciones y la ambivalencia, constituyeron las 3 A de Bleuler. Éste intentó aproximar el funcionamiento autista al funcionamiento inconsciente, amputándolo, sin embargo, del eros contenido en el concepto freudiano de autoerotismo, tan útil en el abordaje de la esquizofrenia.     

Nuestro objetivo es, entonces, a partir de esa referencia histórica y de la evolución considerable, por lo que ha pasado en el último siglo el concepto de autismo, establecer su especificidad, o sea, su diferencia en relación a la psicosis, y además, en relación a la debilidad mental, con la cual el autismo es muchas veces confundido.

En los años 80 el autismo es incluido en el DSM-III en los Trastornos Globales del Desarrollo y en el DSM-III-R y en los Trastornos Invasivos del Desarrollo. La medicalización es promocionada, juntamente con los tratamientos cognitivo-conductuales. Los métodos ABA (Applied Behavior analysis), creado por Lovaas, y el método TEACCH (Treatment and Education of Autistic and related Communication Handicaped Children) fueron y son ampliamente utilizados, pero son métodos de entrenamiento que producen adaptaciones artificiales y poco eficaces del punto de vista de la autonomía.13

Las experiencias de inclusión de los autistas en las escuelas, muchas veces basadas en el método TEACCH, frecuentemente se encuentran con la falta de capacitación de los profesionales que allí trabajan, que se obstinan en privilegiar el desarrollo cognitivo por medio de actividades previamente establecidas, y en la eliminación de conductas consideradas inadecuadas, desconociendo las particularidades y los pasos posibles para cada niño.14 El encuentro con mediadores sensibles y no intrusivos puede propiciar la función del doble15 y ayudar un niño autista a dar pasos importantes.      

El concepto de espectro autista nace en los años 70, sostenido por estudios genéticos. El pasaje de una concepción de autismo como retraimiento social y afectivo a un trastorno del desarrollo con déficits cognitivos, debidos a diversas formas de disfunción cerebral, contribuyó a una extensión cada vez mayor de la clínica del autismo, así como a su confusión con la deficiencia mental. Finalmente, en el DSM-V, encontramos el Trastorno del Espectro Autista (TEA), con su gradación: leve, moderado y grave.   

No obstante, la publicación de los testimonios de los autistas, tales como Temple Grandin, Donna Williams y Daniel Tammet, muestra que, en el autismo, no se trata de un déficit ni tampoco de una psicosis esquizofrénica. Veamos como el psicoanálisis lacaniano nos permite entenderlo.

La orientación lacaniana

En los años 50, Rosine Lefort, analizante de Lacan, recibe una niña autista de 30 meses, cuyo tratamiento es relatado en el libro El Nacimiento del Otro16, publicado junto con Robert Lefort. Desde esa época los Lefort describen el autismo como dominado por una relación destructiva hacia el Otro, otro real, sin agujero, sin objeto separable, con lo cual la relación transferencial parecía imposible17. Una primera distinción es hecha en la relación a la psicosis: ella ataca a Rosine con cachetazos, intentando la división del Otro, y no su completud, como en la psicosis. En el autismo no habría S1, ni objeto a. No habría balbuceo, ni goce del balbuceo. Sin alienación significante ni objeto pulsional separable, la cuestión del doble parece fundamental en la estructura autística, sustentada por los Lefort en 1996 en el texto “El autismo, especificidad”.18 Más allá de ello, ellos consideran que hay grados en el autismo, proponiendo la hipótesis diagnóstica en relación a varias personalidades célebres en su libro La distinción del autismo19, recién publicado en portugués.   

Apoyándose en los Lefort, pero también en los testimonios de los autistas de alto nivel, Maleval propone otro abordaje psicoanalítico de la estructura del autismo, próximo de la clínica espectral, publicando en 1998 “Del autismo de Kanner al síndrome de Asperger”. Él intenta aprehender la especificidad del autismo a partir de dos características mayores: por un lado, un trastorno de la enunciación, dependiente de una carencia de la identificación primordial, por otro, una defensa específica, que se apoya sobre un objeto fuera de cuerpo, propia para construir la matriz de un Otro de signos.

Maleval20 considera que la transferencia puede establecerse a largo plazo sin convertirse en destructiva tomando como ejemplos Dick, de Melanie Klein, Dibs, una niña autista tratada por Virginia Axline21 y Donna Williams22, que relata su análisis freudiano con una psiquiatra. Él considera también que la evolución del autismo se hace esencialmente en dirección al propio autismo, dentro de un espectro bastante amplio, donde lo esencial permanece invariable. Un mismo funcionamiento subjetivo puede manifestarse en gran variedad de cuadros clínicos. En la infancia predominan los problemas de aprendizaje y de comportamiento, en la adolescencia las dificultades relativas al trabajo y a las relaciones y en la edad adulta, los conflictos sociales y conyugales.

Lo interesante en el psicoanálisis es que el saber va constituyéndose a partir de la experiencia. En lo que concierne al autismo, podemos acompañar, a lo largo de los años, como los psicoanalistas lacanianos van separando el autismo de la psicosis esquizofrénica precoz. Éric Laurent propone diferenciar el autismo como un retorno del goce sobre un borde del cuerpo, un neoborde, que se apoya sobre el encapsulamiento autista, diferente del goce que retorna en el cuerpo fragmentado en la esquizofrenia, o en el Otro del delirio en la paranoia.23

Silvia Tendlarz24 muestra que, a pesar de que no haya una teorización sistemática del autismo en Lacan, su enseñanza permítenos deducir una teoría. Así, en los años 50, en el Seminario 1, Lacan indica que, en el autismo, no hay llamado al Otro, comentando los casos tratados por Melanie Klein y Rosine Lefort, que se aproximan del autismo: Dick y el pequeño Roberto, que hace un contrapunto al caso de Marie-Françoise, también tratada por Rosine Lefort.25

En los años 60, frente al binomio alienación y separación en el Seminario 11, Jacques-Alain Miller propone que el autista elije el ser vacío del sujeto

      S1        S2

ser del sujeto   sin sentido    sentido

“Lacan utiliza este esquema de la unión para intentar comprender que toda instauración del sujeto en el sentido, mediante el significante, se paga con una parte de represión. Caen en la represión el sujeto, que pasa a ser sujeto del inconsciente, y S1, que se convierte en un significante reprimido”. …En la elección forzada, “si eligen el sentido (producido por), pierden el resto, lo que quiere decir, la parte del sin sentido, la parte del S1 del conjunto [S1, S2], y el sujeto del inconsciente, les escapa. Si quieren al contrario elegir S1, el sin sentido, la petrificación, no les restaría más que ese vacío del sujeto, porque perderían el segundo conjunto [S1, S2]. Podemos imaginar que ciertos sujetos hagan esa elección. Por ejemplo, podemos intentar representar el sujeto autista a partir de una elección que finalmente no deja al sujeto nada más que su propio vacío entre las manos”.26

De hecho, en el Seminario 11, Lacan retoma la constitución del sujeto a través de las operaciones de alienación y separación. En el autismo, la elección del vacío del sujeto implica un no consentimiento a la alienación. La alienación propia del autismo consiste en la no articulación entre S1 y S2. Se trata de un modo de funcionamiento de holofrase diferente de la psicosis. En el autismo la inscripción no queda detenida, congelada, el sujeto se petrifica en relación al S1. Maleval describe el rechazo del S1 diciendo que el S1 se inscribe, separado del S2, y luego es rechazado. El autista queda entonces petrificado en este cero inicial, en este vacío, no entra en la serie de los significados del Otro. Ese rechazo se verifica en el mutismo, en la perseverancia, en la repetición de rituales, en la ecolalia, etc. Como si no hubiese marca de lo dicho o realizado. Por un lado elige el vacío, colocándose como sujeto no dividido, por el otro rechaza el enlazamiento entre S1 y S2. Queda del lado del sin sentido y rechaza la cadena de significante que constituye el Otro. Ese trastorno simbólico genera una enunciación muerta, desfasada, floja, o técnica. Si en el autismo hay un rechazo a la alienación, tenemos lo que Éric Laurent llama forclusión del agujero27, en oposición a la forclusión del Nombre-del-Padre y de la significación fálica, en la psicosis, relacionada a la no operación de separación.

Forclusión del agujero

Forclusión del Nombre-del-Padre

Alienación

Separación

S1

S2

$ <

> a

Hay confusión frecuentemente entre autismo, psicosis y debilidad mental, pero para Lacan son diferentes. Él lo muestra en el Seminario 1128, donde señala que en la debilidad mental el sujeto se identifica absolutamente con el discurso del Otro: el no consentimiento a la separación lo ubica por la identificación imaginaria al discurso materno. El niño se hace objeto imaginario del deseo de la madre. En la psicosis, em ves de identificarse al discurso del Otro, el sujeto descree totalmente el mismo, es lo que Freud llama Unglauben. El Otro no funciona como un punto de límite, la verdad está del lado del sujeto, constituyendo su certeza.     

Finalmente, en los años 70, Lacan introduce su desarrollo relativo al “Uno”. En el autismo se pone en funcionamiento la iteración del Uno del goce, señalado por Miller en su Curso “El ser y el Uno”, en 2011. Es también en los años 70 que Lacan sorprende el decir que los autistas son verbosos y que hay ciertamente algo qué decirles 29.

Si en el autismo no hay llamado al Otro, ese Otro no se constituye como instancia simbólica incorporada por el sujeto. Si el significante es lo que representa el sujeto para otro significante, no hay tampoco significante, pero solamente signos. No hay por lo tanto constitución del Otro y del sujeto, ni pasaje del lenguaje al habla, ni anudamiento de lo simbólico al imaginario, constituyendo el cuerpo. El lenguaje desafectado en relación al cuerpo puede parecer entonces robotizado, como un grabador o como un autómata, o un loro. No carga el elemento que vivifica y humaniza. No es útil enseñar el sujeto a hablar si él no logra conectarse libidinalmente al Otro. En psicoanálisis, es fundamental la relación con el Otro, el nacimiento del Otro, y consecuentemente, del sujeto; sino, no hay tampoco objeto y funcionamiento pulsional. Si el Otro no existe, el semejante está también deshumanizado y el lenguaje no se enlaza al imaginario del cuerpo. Pero, como dice Lacan, no se puede introducir al Otro de cualquier manera, hay que crear condiciones para que haya un llamado al Otro.    

El autista se protege de la presencia angustiante de la voz volviéndose verboso o mudo. Se protege del goce vocal a través del habla de enunciación, de su fijeza y del esfuerzo para mantener un orden estático. Él se defiende a través de un doble, de Otro de signos, que memoriza, y del uso de objetos. Vemos el caso traído por Anamaría como el uso del grande objeto fue de a poco tornándose desnecesario con la introducción e invención de otros objetos, dándole lugar a una relación, aunque limitada, al Otro.     

Las alucinaciones de la psicosis corresponden a las alucinaciones verbales, en las cuales lo que es elidido en lo simbólico aparece en lo real. En el momento en que la cadena de significantes se rompe, el mensaje es interrumpido y aparece en la injuria alucinatoria por medio de la cual el sujeto psicótico busca ubicarse. En el autismo lo que está en primer plano es la iteración del S1 separado radicalmente del resto de la cadena de significante: S1, S1, S1,… Si hay alucinación en el autismo, la misma dice respecto a la no separación del ruido de lalíngua. Es lo que vemos en la película Vida animada con Owen Suskind: cuando él deja de hablar, queda inmerso en el ruido de lalíngua, sin distinguir los significantes y sin conseguir decir nada. La ausencia de un espacio métrico inscripto simbólicamente produce la presencia de un ruido insoportable porque es imposible de significar.30 Es a partir de las películas de Disney y de su elección por determinados trechos y hablas elegidos, que él reedita al infinito –que dicen respecto, por ejemplo, a la renuncia a crecer, en el film de Peter Pan, o a la hechicera que quiere la voz de la sirenita –que él comienza a hablar, inicialmente frases aprendidas de memoria.

En el autismo hay por lo tanto un S1 sin S2, que funciona como iteración de la letra in cuerpo y sin lazo con el Otro.31 Se trata del goce de la lalíngua privada, sin significación, mientras que en la psicosis, en el lugar de la significación fálica, hay significación personal. Así, “todo el mundo delira, menos los autistas”. El acontecimiento del cuerpo del autismo es un Uno que se repite, de manera estereotipada. Si en la psicosis hay un cuerpo, un imaginario y la posibilidad de construcción de un delirio, en el autismo no hay cuerpo porque tampoco hay imaginario, hay un S1 solo, sin cuerpo y sin delirio. Toda frase emitida por el sujeto autista en situación de tensión es experimentada como pedazo de sí mismo y, por lo tanto, como automutilación. Su estrategia consiste en armar un encapsulamiento, un borde que funcione como cuerpo, para defenderse de la amenaza que encarna el Otro. Es lo que propicia inicialmente la gran bolsa de Marcos.

El tratamiento se orienta entonces por el desplazamiento de ese neoborde y por la creación de islas de competencias, indicadas por el propio sujeto. Para Éric Laurent,32 entrar en relación con el sujeto autista, confrontarse con ese real, desde una perspectiva psicoanalítica, implica la invención bajo medida: ella debe incluir lo que permanece en el límite de su relación con el Otro: sus objetos autistas y sus dobles, que funcionan como bordes. No se trata de un doble virtual, especular, tal como en el estadio del espejo, pero de un doble: el doble funciona como una borde del cuerpo del sujeto autista, que no tiene cuerpo. La función de ese doble seria por lo tanto la de hacer suplencia a esa ausencia de borde. “La inexistencia del borde del agujero es solamente el redoblamiento de la inexistencia del propio cuerpo, pues un cuerpo sólo existe si un objeto puede separarse de él –lo que supone el sostenimiento de la mirada del Otro que otorga un cuerpo y le da una consistencia.33

Para el psicoanálisis, más que incluir al autista en el Otro, se trata e incluir el Otro en las iniciativas del autista, construyendo círculos que hagan función de bordes y puedan ser ampliados. Lo que se verifica es que la ampliación de esos desplazamientos, segundo una lógica metonímica de la iteración del significante, es acompañada de una reducción del goce que afecta el cuerpo con consecuente apaciguamiento del sufrimiento autista.

Una de las condiciones fundamentales de la construcción de los circuitos autistas es el acogimiento del objeto de interés del autista. Ese objeto, que implica el encuentro traumático del autista con la lengua del Otro, baliza mínimamente su circuito. Circuito que no se define, por lo tanto, a partir de un aprendizaje, pero a partir de la elección o, mejor aún, dela pasión de cada autista y que le puede dar acceso al campo social. La repercusión obtenida recientemente en Europa y Estados Unidos por el método terapéutico denominado“affinity therapy”, particularmente, a partir del documentario “Vida animada”, confirma esa hipótesis.   

No obstante la importante discusión crítica introducida por ese método cuanto a las TCCs, vale resaltar que el enfocarse en las afinidades del sujeto autista estuvo en el centro del trabajo psicoanalítico con los niños autistas. Es lo que llamamos de “invenciones subjetivas”, que van desde el apoyo tomado sobre un objeto o sobre una nominación singular a las construcciones más elaboradas como las de Owen Suskind, testimoniadas por su padre. Conforme afirma Stevens34, para el discurso psicoanalítico, acoger el autista con sus objetos o afinidades implica una ética más que un método. Lo que está en juego para el psicoanálisis es una política de acogimiento de las invenciones sintomáticas del sujeto autista. Podemos releer el texto de Alexandre Stevens, datados en los noventa, en los cuales él presentaba fragmentos clínicos que demostraban los efectos de la inclusión del Otro en las iniciativas del autista bajo la transferencia.35       

A través de la presentación de los casos clínicos, buscábamos verificar la manera que los autistas encuentran para tratar el impacto del significante sobre el cuerpo, qué recursos cada autista inventa para tratar esos efectos y cómo el psicoanalista puede intervenir en la institución de manera que pueda ser creado, para cada sujeto, un circuito propio que sirva de apoyo para la su construcción. A través de un equipo multidisciplinario, es posible encontrar predisposición entre profesionales, padres y la institución para acoger esos sujetos.36   

El desafío consiste, entonces, en inventar un procedimiento singular, adaptado a cada caso, sea en la práctica institucional, sea en la práctica privada, de tal manera que la presencia del otro sea soportable, pueda otorgarle un cuerpo y producir circuitos que posibiliten la separación de la excitación que toma su cuerpo, así como el surgimiento de la voz y, eventualmente, de una enunciación propia.


Notas y Bibliografía :
1- Participantes: Heloisa Prado Telles, Paula Pimenta, Ana Martha Maia, Tania Abreu, Anamaria Vasconcelos, Paula Borsoi, Maria do Rosário do Rêgo Barros, Cristina Drummond, Cristina Vidigal, Suzana Faleiro Barroso, Bartyra Ribeiro de Castro, Gleuza Salomon, Rachel Amin, Maria Rachel Botrel, Cristina Maia, Jeannine Narciso, Maria de Fátima Peret, Lúcia Mello, Valéria Ferranti, Elisa Alvarenga (coordinadora).
2-Lacan, J. O Seminário, livro 9: A identificação, (1961-62).
3-Castro, B. R. e AMIN, R. Projeto PIPA (e Rabiola).
4- Perrin, M. Affinity therapy – Nouvelles recherches sur l’autisme, Rennes, PUR, 2015.
5- Mello, L. Comentario del film Vida animada en la PUC-Minas em 04.09.2017.
6- Cf. el comentario de Cristina Drummond al caso presentado por Maria Rachel Botrel “Sou um locutor: ensaio de interlocução”, no livro O que é o autismo, hoje? EBP, 2018.
7-Cf. Tendlarz, S. Clínica del autismo y de la psicosis en la infancia. Buenos Aires, Colección Diva, 2016, p. 131.
8- Laurent, É. A batalha do autismo. Rio de Janeiro, Zahar, 2014, p. 80.
9- Tres elementos frecuentemente entrelazado son constitutivos del borde: el objeto autístico, el doble y el interés específico, como propone Jean-Claude Maleval en su conferencia “De la estructura autística”, en Bogotá, en 12.08.2017.
10- Cf. “Ligamentos, desligamentos, religamentos”, in Miller, J.-A. A psicose ordinária, BH, Scriptum, 2012, p. 45.
11- Ibidem, p. 43.
12- Expresión utilizada por Marie-Hélène Brousse y comunicada personalmente por Ligia Gorini.
13- MALEVAL, J.-C. Escuchen a los autistas! Buenos Aires, Grama, 2012, p. 33, e SACKS, O.  “Um antropólogo em Marte, in Um antropólogo em Marte, São Paulo, Schwarcz, 2015, p. 246-295.
14- Cf. respecto a esto, el testimonio de Emily Jardim, participante do ACPOL (Ateliê de Clínica Psicanalítica da Orientação Lacaniana), conducido por Gleuza Salomon en Curitiba.
15- Sobre la función del doble, ver “O furo sem borda e a presença do duplo”, in LAURENT, É. A batalha do autismo, op. cit. p. 98-101 e “O duplo e a enunciação artificial”, in MALEVAL, J.-C. O autista e sua voz, São Paulo, Blucher, 2017, p. 127-149.
16- Lefort, R. e R. Nascimento do Outro. Salvador, Fator, 1984.
17- Maleval, J.-C. L’autiste et sa voix, Paris, Seuil, 2009, p. 65.
18- Lefort, R. e R. O autismo, especificidade, in O sintoma charlatão. Rio de Janeiro, Zahar, 1998, p. 224.
19- Lefort, R. et R. A distinção do autismo. Traducción de Ana Lydia Santiago e Cristina Vidigal. Belo Horizonte, Relicário, 2017.
20- Maleval, J.-C. L’autiste et sa voix. Op. cit., p. 70-71.
21- Axline,V. Dibs: em busca de si mesmo. Rio de Janeiro, Agir, 1973.
22- Williams, D. Meu mundo misterioso. Brasilia, Thesaurus, 2012.
23- Laurent, É. A batalha do autismo. Op. cit., p. 79.
24- Tendlarz, S.,¿ Qué es el autismo? Buenos Aires, Colección Diva, 2013, p. 20.
25- Lacan, J. Os escritos técnicos de Freud. Rio de Janeiro, Zahar, 1983, p. 83-86 e cap. VIII.
26- Miller, J.-A. Donc (1993-94). Buenos Aires, Paidós, 2011, p. 345.
27- Laurent, É. A batalha do autismo. Op. cit., p. 80.
28- Lacan, J. Os quarto conceitos fundamentais da psicanálise. Rio de Janeiro, Zahar, 1985, p. 224.
29- Lacan, J. Conferência em Genebra sobre o sintoma, in Opção Lacaniana 23. São Paulo, Eolia, 1998, p. 12.
30- Mello, L. Comentario del film Vida animada na PUC-Minas em 04.09.2017.
31- Ver a ese respecto MAIA, A. M. As crianças do Um sozinho – a loucura na infância, in Latusa 22, Rio de Janeiro, EBP-RJ, 2017, p. 111, que menciona también SOLANO-SUÁREZ, E. Los niños del uno solo, El Analiticón n. 3, Barcelona, 1987, p. 46.
32- Laurent, É. A batalha do autismo. Op. cit., p. 78, 98 e 129 .
33- Ibidem, p. 99-100.
34- Stevens, A. Affinités entre jouissance et invention symptomatique, in Affinity therapy, Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 2015, p. 303-306.
35- Barroso, S. F. A inclusão do Outro nas iniciativas do autista.
36- Borsoi, P. e BARROS, M. R. C. R. Encontro com a clínica do autismo.