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Lo insensato del sueño


lacan21 - 9 de noviembre de 2019 - 0 comments

“Espejo” Img.free.

“Espejo” Img.free.

Diana Wolodarsky – EOL-AMP

Este año se realizó una muestra muy atractiva y convocante en el MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires), del artista plástico Leandro Erlich.

Pocas veces un artista pudo atravesar el interés de la diversidad de generaciones: adultos, jóvenes y niños hacían largas filas en espera para entrar. Ninguno deponía su interés por acceder a esa magia.

El rasgo que lo caracteriza en sus muestras es el de saber producir un efecto de despertar, muy característico en su obra. Se vale para ello de estudios ópticos, matemáticos y perspectivas geométricas. Todos introducen un elemento discordante que sorprende al espectador.

Podría considerarse un trompe l’oeil, pero es mucho más que eso.

Es un efecto de ilusión óptica en objetos o situaciones de uso cotidiano, que apuntan a lo insensato.

Nada es lo que parece.

Obliga a que el ojo que mira vea más allá de lo que se da a ver.

Emblemáticos de esta obra son los juegos de espejos y vacíos puestos en serie.

En consecuencia, quien se pasea se encuentra con que están los espejos que reflejan la propia imagen, y en otros, un vacío.

El hueco enmarcado sorprende a quien se mira en los espejos, ya que allí donde espera encontrarse con su imagen reflejada se presenta súbitamente un extraño, quien a su vez se encuentra de visita del otro lado del marco vacío que simulaba ser espejo. Ambas miradas se encuentran con lo extraño inesperado en su paseo.

Resulta muy divertida la sorpresa del encuentro con ese revés del espejo.

El efecto es de sobresalto, despertar. Entre el júbilo y un efecto algo siniestro.

Lo que del sueño despierta

Una cercana muerte confronta a un sujeto con el dolor de la pérdida, pero fundamentalmente con lo que esa muerte señala del sujeto: el carácter adictivo de una práctica en soledad en la cual la pulsión se desata, no afectando tanto el lazo social como el espacio familiar.

Intenta domeñarla, al modo freudiano, pero se vuelve una tarea imposible que es interpretada por el sujeto como impotencia.

Muy conmovido relata su sueño: estoy parado frente a la cama. Veo caminando sobre la misma una pequeña araña; a medida que me acerco y pienso qué hacer con ella, la araña se agranda cada vez más. Cuando llego a agarrarla la araña es enorme y me pica un dedo. La mano empieza a oscurecerse y disolverse. Despierta angustiado y agitado.

“¡No sé cómo parar! Si sigo así voy a terminar como mi amigo, muerto.

No puedo detenerme”.

El analista solo dirá (invocando un dicho conocido): Eso… ¡Qué bicho te picó!

La pesadilla y el corte abren a una vía por la cual, asentado sobre el inconsciente transferencial el sujeto cede a consentir la dimensión de la pérdida, abriendo algún camino al inconsciente real.

¡Qué bicho te picó! permite sacar al sujeto de su discurso moral y culposo para consentir al analítico, en el cual la implicancia y la responsabilidad del sujeto lleven la delantera al programa de goce.

Al modo del juego de espejos, el sujeto ya no se encuentra especularizado en la imagen de su amigo, sino que la araña y la consecuencia de la picadura lo alientan en la dimensión de un deseo de saber.

El relato vacío y anecdótico da lugar a que en la proposición ‘¡Qué bicho te picó!’, se vaya enmarcando la pregunta por su goce.

Soportado en la transferencia, el inconsciente se ha puesto en marcha y consiente a la interpretación, localizando que seguir el juego a la pulsión no resulta divertido. Su vida está en juego.

Ahora el marco vacío refleja un goce sin Otro e ilumina su vertiente opaca.

Podríamos decir que la pesadilla y la interpretación no solo conmueven el programa de goce, sino que permiten pasar del descifrado al cifrado del inconsciente. A una contabilidad de goce.

¿Cuántas picaduras más tendrá la chance de contar si no se interviene sobre el circuito pulsional?

El analista queda a la espera del decir del analizante para ubicar que no solo en el sueño está la araña, sino también…una cama.

En Rebus #07 Éric Laurent y M.-H. Brousse señalan qué añade de nuevo a la interpretación, el hecho de considerar el inconsciente real.[1]

Laurent ubica la presencia de goce en lo que no puede articularse en los caminos del deseo. “Todo lo que es franqueamiento, alteración, pérdida de homesotásis, es despertar. Un fuera de sentido en el sueño.”

O como entiendo lo plantea M.-H. Brousse: sueño e interpretación son equivalentes.

1) El sueño es interpretable (desciframiento)

2) El sueño interpreta: es su lado de ombligo.

Interpreta el traumatismo inaugural.

Actualidad del uso de los sueños

No hay duda de que el sueño sigue siendo una vía regia al inconsciente y que, aún hoy, sigue dando que hablar a los analizantes.

El inconsciente y la interpretación lacaniana, en la medida que apuntan al goce, al objeto y la pulsión, dan acceso a ese otro lado del deseo .

Ya no se trata de la armonía especular del deseo, sino más bien de la sorpresa de lo que de real se entromete en la homeostásis del soñar despierto.

Soñar despierto el sueño del fantasma se diferencia del despertar del goce en el dormir.

Allí, una pizca de real asoma


 

[1] Cfr. Rebus, El news de Congreso, #07, https://vo.mydplr.com/5b7595dbc203dc144234799431543c63-2bdbe47adee2b6d19b0741456b6d6b97