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Para una ética: Observación sobre el informe de Daniel Lagache


lacan21 - 4 de mayo de 2018 - 0 comments

Luis Darío Salamone.”Sin título”. Fotografía. EOL- AMP

Marcelo Marotta
EOL-AMP

“Se anuncia una ética, convertida al silencio, por la avenida no del espanto, sino del deseo: y la cuestión es saber cómo la vía de charla palabrera del psicoanálisis conduce a ella”

El párrafo pertenece al último punto, titulado “Para una ética”, del escrito de Lacan Observación sobre el informe de Daniel Lagache: “Psicoanálisis y estructura de la personalidad”, editado en pascuas de 1960.

Ubiquemos rápidamente el contexto de lo que Lacan viene planteando y que lo conduce a tratar el tema de la ética. Culminando su presentación del modelo óptico, critica el concepto que Michael Balint tiene del final del análisis donde el sujeto cree intercambiar su yo con el del analista. Oponiéndose a esta idea, Lacan vuelve a traer la atención sobre el deseo, y específicamente sobre el objeto a.

Llegar a lo que llama el “término verdadero del análisis”, no sólo implica la reducción de los ideales de la persona, sino que “es como objeto a del deseo, como lo que ha sido para el Otro en su erección de vivo, como el wanted o el unwanted de su venida al mundo, como el sujeto está llamado a renacer para saber si quiere lo que desea” 1.

De este modo, el sujeto debe pagar con su persona para poder rescatar su deseo, y es en este campo donde el análisis requiere una revisión de la ética.

Apenas unos meses antes, en julio de 1960, dictando su Seminario de “La ética del psicoanálisis”, Lacan aclara que esa revisión de la ética a la que nos conduce el psicoanálisis tiene como patrón de medida “la relación de la acción con el deseo que la habita”2.

Si la ética consiste en un juicio sobre nuestra acción, la ética del psicoanálisis aporta esa relación con el deseo como medida de nuestra acción.

Para una ética

Para concluir su escrito, Lacan se introduce en el tema apelando a la estructura del Superyó. Según Freud, esa instancia moral conlleva una economía que produce un desgarro para el sujeto: cuanto más sacrificio se hacen, más exigente deviene. No es siguiendo esa vía por donde debemos trazar “las metas morales del psicoanálisis” (frase con la que J-. A. Miller tituló la clase XXIII del Seminario 7).

En su obra de 1924 “El problema económico del masoquismo”, Freud plantea que “el imperativo categórico de Kant es la herencia directa del Complejo de Edipo”. Seguramente por esta razón Lacan hace su referencia a Kant en el apartado final del escrito que citamos. Pero, sorprendentemente, no pasa a desarrollar el tema del imperativo categórico, que se encuentra en el primer capítulo de “La Crítica de la Razón Práctica”, sino que, planteando la encrucijada de la razón práctica, se refiere a lo que propone Kant en la “Conclusión” de su ensayo: “las dos instancias en las que el sujeto puede ver figurada la heteronomía de su ser” que llenan su ánimo de admiración y respeto: “la ruta estrellada sobre mí” y “la ley moral dentro de mí”.

Lacan subraya el cambio de las condiciones de posibilidad de esta contemplación. En cuanto al “cielo o la ruta estrellada”, nos hace pensar que el hombre de hoy, empujado por sus progresos, puede hacer valer su presencia y su saber sobre esos espacios infinitos que “han palidecido detrás de las letras minúsculas”, posibilitando, de este modo, que su silencio ya no tenga nada de aterrador.

Al mismo tiempo, y en un sentido irrisorio, también el hombre de hoy convierte a esos espacios en un basurero que recibe los restos de lo que él mismo produce.

Para abordar el párrafo siguiente, en el cual Lacan plantea que sucede lo mismo con la ley moral, pueden venir en nuestra ayuda algunas de las cuestiones que aclara J.-A. Miller en su artículo “Sobre Kant con Sade”3.

El intento kantiano es concebir un sistema de moralidad pura, sin referencia a la experiencia relacionada a los objetos.

Como en la propia experiencia las cosas cambian, una moralidad fundada sobre la relación del sujeto con los objetos del mundo no podría alcanzar la universalidad. Es por eso que para formular una ética “a priori”, independiente de la experiencia, debemos abandonar las relaciones con los objetos, presentándola sin referencia a los bienes y al placer.

Así es como la formulación del imperativo categórico kantiano implica una desaparición de toda referencia a un objeto y el surgimiento de una universalidad. Sólo debemos escuchar “la voz de la conciencia” y luego actuar de manera tal que la regla de su acción pueda ser tomada como máxima de cada uno.

Lacan lo dice así: “Retengamos la paradoja de que sea en el momento en que ese sujeto no tiene ya frente a él ningún objeto cuando encuentra una ley, la cual no tiene otro fenómeno sino algo significante ya que se obtiene de una voz en la conciencia…”4.

Si bien la ética kantiana se presentaba sin objeto, desde Lacan hay un objeto, el objeto a, la voz: “… el Superyó en su íntimo imperativo es efectivamente “la voz de la conciencia”, es decir una voz en primer lugar, y bien vocal…”5. Así lo plantea un párrafo antes de la cita que motiva nuestro trabajo.

Llegamos así al párrafo que anunciamos al inicio, donde constatamos finalmente que la ética que se anuncia es la que puede sostener el psicoanálisis, en la medida en que sólo con él podemos reconocer la naturaleza del deseo que se encuentra en el núcleo de la experiencia de la acción humana.

Para ahondar en el contenido del párrafo, podemos recordar que Lacan considera que esa ética se expresa en esta pregunta: “¿Ha actuado usted en conformidad con el deseo que lo habita? Esta es la pregunta que no es fácil de sostener. Pretendo -afirma Lacan- que nunca fue formulada en otra parte con esta pureza y que sólo puede serlo en el contexto analítico”6.

El deseo, que de algún modo se lo puede ligar al silencio por estar articulado pero no ser articulable, es lo que reivindica Lacan en nuestro párrafo de referencia. Unos meses después propondrá que “de la única cosa de la que se puede ser culpable, al menos en la perspectiva analítica, es de haber cedido en su deseo”7.

Puede suceder que el sujeto ceda en su deseo traicionándose a sí mismo o tolerando que alguien haya traicionado su expectativa. De ese modo renuncia a su perspectiva impulsado por la idea del bien, uno de los secretos políticos del moralista.

Por el contrario, Lacan propone que el único bien es el que sirve para pagar el precio del deseo. En el escrito, mientras trabaja el modelo óptico en su intento de responder al artículo de Lagache, el pago era con la persona. Unos meses después, en el caso del Seminario de la Ética, donde trabaja el goce ligado a la Cosa, el pago se aborda de otro modo: “Sublimen todo lo que quieran, hay que pagarlo con algo. Ese algo se llama el goce. Esa operación mística la pago con una libra de carne. Esto es el objeto, el bien, que se paga por la satisfacción del deseo”.8

Perspectiva del concepto

Si seguimos la perspectiva del concepto de ética en la enseñanza de Lacan, constatamos que “el bien”, como término, adquiere otro sentido cuando queda vinculado a la ética del Bien-decir que es la que Lacan puede extraer de su práctica y con la que responde a la pregunta kantiana sobre ¿Qué debo hacer? Se trata de una ética relativa al discurso analítico. Así, cuando Lacan, en “Televisión”, se refiere al deber del bien decir o de orientarse en el inconsciente, en la estructura, J.-A. Miller agrega al margen que “no hay ética más que del Bien-decir”.

Al final del apartado 7 del primer capítulo de la “Crítica de la razón práctica”, Kant culmina el comentario de la fórmula del imperativo categórico de la siguiente manera:

“Sin embargo, para considerar dada esta ley sin lugar a malas interpretaciones, es preciso observar sin duda que no es empírica, sino el único hecho de la razón pura, la cual de esta suerte se anuncia como originariamente legislativa (sic volo, sic iubeo)”9.

Estas últimas cuatro palabras que aparecen entre paréntesis, no tienen ninguna referencia y su traducción es “así lo quiero, así lo ordeno”

Jacques-Alain Miller nos advierte que provienen del escritor satírico romano Juvenal, quien en su sátira VI se dedica a demostrar que no es conveniente que un hombre se case con una mujer. “Es la sátira por excelencia de la ética del soltero”10, es decir de la del hombre que no se vincula con el Otro, entendido como el Otro sexo.

Las palabras “así lo quiero, así lo ordeno” aparecen cuando comenta los perjuicios que una mujer casada le puede ocasionar a un hombre. Miller resume una escena en la cual una esposa se dirige al marido para que éste ordene la crucifixión de un esclavo. El marido pide pruebas y apela a la reflexión, plantea sus argumentos como los plantearía Kant, recordando que hay que realizar un juicio razonable, tal como lo dice en el texto antes de esos paréntesis finales. Pero si consideramos lo que cita entre paréntesis (así lo quiero, así lo ordeno), es evidente que finalmente Kant se reconoce en la palabra de la mujer. “Reconoce la voz del deber tiránico en la voz de la mujer”.

Sin duda, esta vinculación de Kant con Juvenal puede conducir a cuestiones ligadas al Superyó femenino. Recordemos también que Lacan comienza a dictar su Seminario Aún haciendo una referencia a “La ética del psicoanálisis”, de manera tal que quizás ahora podamos dedicarnos a este tema desde las distintas derivaciones que puedan surgir al considerar el goce femenino

Pero estas cuestiones sólo quedarán sugeridas, ya que por las variedades que imponen su desarrollo merecen ser abordadas en otro trabajo.


1- Lacan, J: Observación sobre el informe de Daniel Lagache: “Psicoanálisis y estructura de la personalidad”. Escritos 2. Siglo XXI editores. Bs. As. 1987. p. 662
2- Lacan, J., “Las paradojas de la ética”, capítulo XXIV, El Seminario, Libro 7. La ética del psicoanálisis, Paidós Bs. As. 1990, p.372.
3- Miller J.-A.: Sobre “Kant con Sade”, Río de Janeiro 1985, Elucidación de Lacan. Charlas brasileñas EOL- Paidós, 1998, pp 233 a 235
4- Lacan, J. “Kant con Sade”, setiembre 1962, Escritos 2, Siglo XXI, 1995, Bs. As. p. 746
5- Lacan, J. “Observación sobre el informe de Daniel Lagache: “Psicoanálisis y estructura de la personalidad”. Op cit, p. 663
6- Lacan, J. Ibíd. nota 2 p. 373
7- Lacan, J. Ibid. P.379
8- Lacan, J. Ibíd, p.383
9- Kant, I. “Ley fundamental de la razón práctica pura”. Apartado 7 del Capítulo 1. “Crítica de la razón práctica”, Libera los libros (versión virtual)
10- Miller, J.-A.  “Increíble exaltación”, Lakant, Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano, Barcelona, 2000