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Autorizar otro discurso


lacan21 - 24 de junio de 2022 - 0 comments

Marcela Almanza (NEL/AE AMP)

La práctica del psicoanálisis en el siglo XXI nos confronta, en esta época que podríamos nombrar como de post pandemia, a un progresivo retorno de la circulación de los cuerpos a la ciudad y a vislumbrar los efectos que de allí se desprenden.

Hacer lugar a esta nueva vuelta de lo presencial en los diversos ámbitos que conciernen al lazo social (y que por supuesto también atañe al funcionamiento del dispositivo analítico) deja entrever, por sus sutilezas, aquello que retorna y hace síntoma para cada ser hablante, allí donde decanta el modo singular de atravesar la experiencia cuando esta es leída en clave analítica.

Sabemos que el periodo más crítico del confinamiento comprometió notoriamente el desplazamiento y la cercanía entre los cuerpos abriendo la posibilidad de utilizar, aun con mayor frecuencia, ciertos dispositivos tecnológicos para continuar sosteniendo el recurso a la palabra.

Allí donde la modalidad virtual tomó mayormente la escena, y continúa aun hoy con sus intermitencias bajo lo que se denominan modalidades híbridas de encuentro, resulta notoria la dificultad para no pocos sujetos de consentir a “despegarse” de estos pequeños objetos tan utilizados durante los últimos tiempos, siempre a la mano y a disposición de una eventual conexión, para volver a estar “en vivo” con algunos otros.

Se pone en escena entonces un nuevo momento que implica un necesario reacomodamiento de las coordenadas de tiempo y espacio, que sabemos afectan al parlêtre bajo modalidades precisas de goce, uno por uno, caso por caso y que habrá que escuchar oportunamente, allí donde se trata de hacer caer la ilusión de que todo se puede abarcar de cualquier manera, cómodamente, rápido y en cualquier lugar, incluso a la hora de plantear la opción de tomar una sesión de análisis, exclusivamente, a un solo click de distancia…

Tal como lo menciona J.- A. Miller, se trata de ubicar la relación del sujeto con los gadgets, esos objetos nacidos de la industria, que comportan una incorporación simbólica y que son construidos, deducidos, calculados, producidos masivamente comportando un real que es el producto de la medida y de la cifra -no de un saber hacer. (1)

En esta vía, considero importante retomar en toda ocasión la brújula que marca nuestra orientación en lo atinente a la formación y la práctica del psicoanálisis, que solo se sostiene por el deseo del analista de dar lugar a lo singular del Uno, a contrapelo del discurso del amo que siempre quiere el como todo el mundo. (2)

Se tratará entonces de no transformar lo que es del orden de una contingencia en una suerte de regla válida para todos al modo de un automatón y sin contemplar, cada vez, aquello que sea pertinente a la luz de las vicisitudes de la época y de la propia lógica del caso para considerar el uso y función precisos que pueden llegar a tener, aun hoy, estas nuevas tecnologías.

De esta manera, podemos afirmar que “El psicoanálisis compensa. Lacan evocaba al mismo psicoanálisis como una respuesta a esta saturación de lo real, como un medio para sobrevivir a ello. Esto le parecía fundar la necesidad de analistas. La necesidad no implica la probabilidad, sino que indica, a pesar de todo, otra manera de considerar los callejones sin salida de la civilización: para seguir siendo analista, es necesario comenzar por sustraerse a devenir este género de objeto, atrapado en la medida y la cifra.” (3)

Por otro lado, hay que decir que luego del periodo más complejo que trajo la pandemia, no pocas redes de asistencia virtual quedaron asentadas en el campo del Otro como una opción terapéutica posible para la circulación de la palabra -ya sea como parte de una institución o como una iniciativa privada- siendo ofrecidas las consultas online como una alternativa inmediata y eficaz para responder ante la urgencia, alojando el malestar y trascendiendo fronteras.

Es de notar que estas propuestas de abordaje psi, asentadas mayormente en una terapéutica del sentido, ya no se sostienen exclusivamente bajo esta modalidad a consecuencia de las restricciones sanitarias de aquel entonces.

Más bien han llegado para quedarse y erigirse como una posibilidad cierta de concretar una cita muy peculiar, entre quien oferta una escucha y quien demanda ser escuchado, para abordar lo que se concibe ampliamente como “traumático” en términos de aquello que se desprende de determinados eventos que serán catalogados según múltiples criterios de actualidad.

En este punto, ¿cómo introducir de modo conveniente, la particularidad y vigencia del discurso analítico y la política del psicoanálisis hoy, en el mundo, aun frente a este nuevo contexto, para dejar esclarecidos los principios que rigen nuestra práctica?

Considerando lo anterior, hay que decir que la vía analítica nos introducirá siempre en otra lógica pues sabemos que el traumatismo, así como es concebido por la última enseñanza de Lacan se desprende de la incidencia misma de la lengua, que como tal deja huellas de afecto sobre el cuerpo. (4)

Sostenemos entonces que, si el analista “puede ayudar a un sujeto a reencontrar la palabra después de un trauma, es porque llega a ser él mismo el lugar del trauma. […] Es como el lenguaje mismo lo es. Puede ocupar este lugar de lo insensato porque su formación lo llevó a reducir el sentido del síntoma a su núcleo más próximo a una contingencia fuera de sentido. Digamos que él no cree más en el sentido.” (5)

Concebir nuestra escucha analítica desde esta perspectiva, implica entonces no desconocer que el analista es un partenaire que traumatiza el discurso común para autorizar otro discurso, el del inconsciente, que emerge siempre en su dimensión de ruptura con el sentido establecido. (6)

Y para que esto ocurra, efectivamente, cada vez, es necesario asistir al encuentro de una incomodidad fecunda: causa y consentimiento.


Notas:
1 Miller, J.-A., “La era del hombre sin atributos” http://www.revistavirtualia.com/articulos/519/destacado/la-era-del-hombre-sin-atributos
2 Miller, J.- A., Sutilezas analíticas, Buenos Aires, Paidós, 2011, p.36.
3 Miller, J.-A., “La era del hombre sin atributos”, op. cit.
4 Miller, J.-A., “Biología lacaniana y acontecimiento del cuerpo”, Colección Diva, Buenos Aires, 2004, p.81.
5 Laurent, E., “El revés del trauma” http://www.revistavirtualia.com/articulos/696/destacados/el-reves-del-trauma
6 Ibid.