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El amor invisible en el cine de Dolan


lacan21 - 30 de diciembre de 2021 - 0 comments

Giovana Reis Mesquita – Associada do Instituto de Psicanálise da Bahia

A través del cine buscamos aprender alguna cuestión sobre el amor, sobre ser víctima del amor. El cine y al amor siempre caminaron juntos, el cine es el arte de hacer existir la relación sexual.

Antelo (2015) refiere que las imágenes del propio cuerpo, del cuerpo del otro y del coito son las sustancias que alimentan nuestra pulsión escópica, y concluye diciendo que el coito es uno de los grandes temas del cine, haciendo de él una verdadera escuela de goce.

Lo que no podemos decir sobre el amor podemos intentar darlo a ver en el cine, Miller (1998) refiere que el arte comienza donde, lo que no puede ser dicho, puede ser mostrado. Y tal vez por ello el amor y el cine se emparejan tan bien: pues el cine es capaz de hacer lo que Wajcman (2012) menciona que el psicoanálisis hace: hacer entrar lo impensable en el pensamiento, lo irrepresentable en la representación, y la ausencia en la presencia.

Pero ¿por qué el cine se inclina tanto sobre el amor?

Para Nieves Soria (2018), “la experiencia misma del amor es la experiencia de un objeto que se sustrae, que se escapa; y el campo escópico es la dimensión en la que mejor se capta ese fenómeno estructural […] la falta esta en relación a una negativización de la visión, la falta del imaginario es una falta de imagen” (p.62) Así, lo más importante de lo imaginario es lo que no se ve. Y de esa forma se dibuja más claramente la relación entre el cine y el amor. La búsqueda incesante del cine por dar a ver la castración.

Para intentar problematizar esta cuestión, elegí un cineasta y guionista nuevo, joven, Xavier Dolan, que nos trae lo nuevo en el amor, es decir, la nueva manera de hacer existir la relación sexual. Dolan es canadiense, nació en 1989 en Montreal, y a los 16 años escribió el guión de su primer film. En 2009 llamó la atención de la crítica internacional conquistando tres premios en el festival de Cannes y más de veinte premios en otros festivales.

Su película “Mathias y Maxime” (2019 Canadá), trae una secuencia de escenas iniciales de forma más naturalista, mostrando la entrada en la fase adulta de jóvenes amigos, entre fiestas y conversaciones banales. La historia comienza cuándo una estudiante de cine, que necesita filmar un cortometraje para su trabajo de final de curso, busca participantes entre el grupo de su hermano mayor. La elección recae sobre Mathias y Maxime, amigos de la infancia. La propuesta que les realiza es que deben besarse. La consigna es: “Dos mujeres. Ustedes son dos mujeres o dos hombres, No importa. Ahí de la nada, bam (sic)! Ustedes se están besando. Es la única cosa de verdad”

Ese beso los divide. Es a partir de aquí que se desencadena todo el rumbo de la película, donde los dos personajes se ven sumergidos en dudas, deseos y miedos ante la posibilidad del amor que surge entre ellos. Es el amor encontrando sus víctimas a partir del fake. Es la ficción mostrando el amor que en la vida real de los personajes no había aparecido.

El amor parece ser entonces el gran protagonista de la película. Pero, más que el amor, es la incerteza del amor. Uno de los personajes, Máxime, dice en algunas escenas, que necesitan conversar, hablar sobre eso. Pero esa conversación nunca sucede, aludiendo que en el amor siempre existe una falta. Algo imposible de decir, que no se completa. Ese silencio, esa falta, impregna todo el film.

Lo curioso es que ese beso no es mostrado. Lo principal del film, lo que desencadena todo el drama de la película, no es visto. Bien ante nuestros ojos, lo que se ve es justamente la cámara de filmación en lugar del beso, en el lugar de “la única cosa de verdad” (como dice el personaje que está filmando la película). Lo verdadero, lo real, es, por lo tanto, lo que no se ve. El amor aparece a partir de un real que no vemos. En el caso de esta escena, lo que se muestra es la imposibilidad de ver. Tal vez sea una nueva metáfora para decir que el amor cubre, suple, lo que no hay: así como el cine.

Y ¿qué es lo que no hay? La relación sexual. Lacan en el seminario XX articula el amor a la castración. El amor viene como suplencia de la relación sexual revelando su imposible.

Por lo tanto, lo que la cámara tapa es lo imposible de la relación sexual. El cine cubre la inexistencia de la relación sexual, así como el amor, e intenta hacerla existir. Para ello, el arte cinematográfico se vale de la función del campo escópico: tender siempre a simbolizar la falta central de la castración, como destaca Lacan en el Seminario 11 (cap. VI). El campo visual, el campo imaginario, es lo que más tiende a completar la imagen –ver los principios de la Psicología de la Gestalt, de la buena forma, como nos recuerda Lacan en sus Escritos (p.98-99). Así, se intenta hacer existir completando la imagen que no se ve, tal como el beso que se nos escapa de la visión en esa escena.

Precisamos inventar, completar lo imposible de ser visto. Y ello nos recuerda que el amor tiene siempre algo de invención. Parece que es eso lo que Dolan nos dice en su film: somos víctimas de aquello que inventamos.

Traducción: Silvina Rojas
 
*Participante do Núcleo de Investigação Psicanálise e Audiovisual coordenado por Marcela Antelo

NOTAS:
Antelo, M. La inquietante extrañeza en el cine. Tese (Doutorado em Comunicação). Departamento de comunicação, Universidad Pompeu Fabra. Barcelona, 2015.
Lacan, J. Escritos. “El estadio del espejo como formador de la función del yo” Siglo XXI Editores 1998.
Lacan, J. El Seminario libros 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” (1964). Paidós. Buenos Aires 2010.
Lacan, J. El Seminário, libro 20, Aun (1972-1973). Piados. Buenos Aires 2010
Lacan, J. El Seminario, libro 9 :La  identificación (1961-1962). Clase del 21 de fevereiro de 1962. Inédito.
Miller, J-A. Los signos del goce, Los cursos psicoanalíticos de Jacques-Alain Miller. Buenos Aires, Paidós, 1998, p. 321.
Soria, N. Nudos del amor. Buenos Aires: Del Bucle, 2018, p.62.
Wajcman, G. “A arte, a psicanálise, o século”. Lacan, o escrito, a imagem. Belo Horizonte: Autêntica, 2012.