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Entrevista a Valeria Erlijman


lacan21 - 24 de junio de 2022 - 0 comments

Graciela Allende (EOL/AMP) Beatriz García Moreno (NEL/AMP)

Valeria Erlijman es psicoanalista, estudió en el ICdeBA Instituto Clínico de Buenos Aires, trabaja como psiquiatra en PAUSA, “Psicoanálisis aplicado a las urgencias subjetivas de la actualidad”. Es artista visual y fotógrafa. En este número de Lacan XXI, damos lugar a la fotografía y su relación con el psicoanálisis. Por eso la contactamos para que nos transmita algo de su experiencia.

LXXI — Valeria, tu recorrido por el arte y tu relación al psicoanálisis nos ha llevado a convocarte para aportar a esta nueva rúbrica sobre Psicoanálisis y Arte en Lacan XXI. En este número nos interesa iluminar algunas cuestiones en torno a la fotografía, por lo que sería de gran interés que nos acerques algunas ideas sobre tu proceso creativo. Si bien tu relación con el arte es amplia, ¿Cómo fue en el inicio y cómo atravesó tu vida la relación entre el psicoanálisis y la fotografía?

V — Mi análisis me salvó la vida. El arte me salva la vida.

Desde mi infancia, mirar fotos fue el modo de encontrar y construir presencia donde había ausencia.

Me relaciono con la fotografía desde que recuerdo. Primero posicionándome como observadora, y luego a los 10 años cuando tuve mi primera máquina, la Kodak Brownie Fiesta 3, que para mi era una joya. En los años ´70, vivía sacando fotos, aún sin rollo.

Me dediqué a fotografiar cada época y cada detalle, a registrar lo más simple, lo cotidiano. Siempre sentí el placer de jugar y divertirme mucho sacando fotos.

LXXI — Es interesante el modo en que transmites que el arte y el análisis han tenido gran influencia en tu vida. Por lo que dices, te han ayudado a      construir presencia en la ausencia. ¿Nos cuentas cómo es eso?

V — La mirada fue el objeto que atravesó mis 27 años de análisis.

La pérdida de una mirada fundamental a mis 7 años hizo que el Objeto a mirada tuvera un valor privilegiado en mi vida.

Mi análisis y la fotografía han funcionado como operadores de transformaciones y de grandes construcciones.

Una foto puede transformar mi dolor en una intensa felicidad que me emociona y me atraviesa el cuerpo. Me late el corazón fuertemente y siento la sangre correr por mis venas, es una sensación corporal muy placentera. Me aparece en el cuerpo una fuerza, una vitalidad.

LXXI — Parece una experiencia que te ha posibilitado un encuentro con algo que remite al cuerpo, un encuentro que es como un modo de decir lo que te permitió hacer con la pérdida de esa mirada fundamental a los 7 años.

V — Es una experiencia que me hace gozar. La transformación sanadora del arte le dicen… Acá la intersección con el psicoanálisis y la fotografía.

Puedo decir que el momento de la inauguración de una exposición, es una alegría asegurada, una fiesta, un momento de mucha felicidad, que viene de la mano del disfrute del encuentro, de los abrazos, una mezcla de amor y brindis que resultan ser el alimento para mi alma.

LXXI — ¿Cómo eliges lo que vas a fotografiar ?

V — Lo primero que me ocurre como importante para contar es que en ese instante siento una certeza, algo en el cuerpo que me impulsa fuertemente a rescatar esa imagen. Tengo dos sensaciones: La primera sensación es el rescate desesperado. Tengo proyectos fotográficos sostenidos en la decisión de no perder lo que sé que voy a perder, una lucha contra lo inexorable. Una insistencia en resguardar lo que se me escurre entre las manos…

La obra “Complicidades, juegos y placeres”, la muestra más entrañable, para mí es el álbum de mi familia en la casa que vivimos 15 años, y que ya no habitamos. Es la captura de momentos maravillosos que logré transformar en eternos, deteniendo el tiempo.

Hoy puedo decir que esos fueron los años más felices de mi vida. La infancia de mis hijas. La familia que construí. Justo en el lugar donde tenía localizada la falta.

Mi trabajo fotográfico también ha sido el eje y la herramienta fundamental para tramitar diferentes duelos. He podido homenajear a mi abuela, a mi papá. Sé que toda mi obra es la búsqueda de luz y color como contrapunto del dolor, el encierro y la oscuridad.

La otra sensación es la lúdica.  Salgo a hacer derivas en las que me pierdo, voy a jugar con la luz del sol y con la sombra. Me fascinan los colores. Creo que me puedo declarar una “amante del color”. Soy intuitiva, me dejo llevar…

Me pongo a jugar, y me produce mucha felicidad, simplemente. El

juego siempre me permitió crear nuevos mundos, inventar, y ser feliz.

LXXI — Eso si es un saber hacer !

V — Fui descubriendo a lo largo de mi análisis cómo se fue transformando mi mirada y a qué marcas está ligada, a mis heridas, mis cicatrices, mis deseos, mis pasiones.

Esa es la gran transformación que yo pude hacer con la fotografía y con el análisis. Aprender y saber gozar, simplemente.

La fotografía es el lenguaje en el que me expreso.

Un modo de vivir que me hace salir a la calle dispuesta a perderme y a jugar. Me emociono, soy muy sensible y ciertas imágenes me atraviesan el cuerpo.

LXXI — ¿Sabes de antemano con que cuestiones tuyas tiene que ver lo elegido para fotografiar ?

V — Decido inmediatamente y en velocidad algo que quiero preservar y fotografiar apenas lo veo, lo que me detiene la mirada no lo decido previamente.

Mi función como fotógrafa es inventar con mi mirada, elegir qué quiero mostrar y qué no. Poner un marco. El encuadre es una decisión.

LXXI — ¿Hay algún rasgo singular que consideras se muestra en tu obra fotográfica ?

V — Toda mi obra es autobiográfica.

Me atraviesa siempre. Es el motor para mi producción.

El tratamiento singular es la posibilidad de transformar el dolor en placer.

Es también un modo de construir mi memoria. Recuerdo perfectamente el momento en que saco cada foto. La historia de toda mi vida está documentada en fotos.

Con relación a cuando las presento, muchas veces las vinculo a

espacios instalativos o acompañadas de elementos objetuales, cosa que permite que las fotos sean observadas desde otro lugar, en algún punto modificándolas e interviniéndolas compositivamente. En el montaje las pongo a dialogar. La imagen y el objeto, la imagen y el espacio.

Otro rasgo quizá singular de mi trabajo es que no es únicamente la creación de la imagen, sino la post-producción. Es reflexiva y analítica, no técnica. Ese trabajo consiste en tomar decisiones. ¿Qué es lo que me urge? ¿Qué necesito transmitir? Selecciono en función de lo que necesito decir para pensar en hacer una obra. La edición, la elección y clasificación ocupan un lugar muy importante en el desarrollo de mi proceso creativo y está presente en mis todos mis trabajos. Se trata de una detenida observación de la composición, la luz, las sombras, el color, y la emoción que me genera.

LXXI — Has sido muy generosa en tu transmisión Valeria, ya que, a lo largo de lo que fuiste compartiendo con nosotros, se perciben cuestiones que tienen que ver con la ausencia, la pérdida, la falta. Tu hacer con la fotografía, “ponerlas a dialogar” como dijiste, e intervenirlas es como un reemplazo del dolor y el duelo en luces y colores. Es esfuerzo de poesía, algo así como crear rastros de ausencia. Te agradecemos ya que, ha sido valioso este intercambio.

¿Algo más que quieras agregar?

V — Esta inesperada entrevista me produjo la obligación de escribir, me ayudó a repensarme en este entrecruzamiento entre el psicoanálisis y la fotografía, me puso a formalizar mi trabajo y poder dar cuenta de él. ¡Me encantó!

¡Muchas gracias por invitarme!

Valeria Erlijman, Buenos Aires 2022.

Contacto: [email protected]   IG @valerlijman FB Valeria Erlijman