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¿Hablar del inconsciente, aún…? *


lacan21 - 26 de mayo de 2020 - 0 comments

Marcelo Veras - EBP AMP - Fotografía. Serie Tiempo en negro y blanco.

Marcelo Veras – EBP AMP – Fotografía. Serie Tiempo en negro y blanco.

Mónica Gurevicz – EOL – AMP

¿Aún, hablar del inconsciente? Puede sorprender a algunos, en esta época signada por la “prisa”, “lo nuevo de lo nuevo”, “la neurociencia”, “la evidencia”. Cómo difundir nuestras Jornadas en los medios de comunicación se nos planteó como desafío. Cómo seguir hablando del inconsciente, aún…

Freud descubre el inconsciente a partir de escuchar a los pacientes cuyos cuerpos no respondían a la anatomía tal como la estudia la medicina. Eran cuerpos afectados por palabras, o restos de palabras oídas, que producían efectos, y esos efectos son los afectos.

Cuando Jacques Lacan se dirige a los médicos en su Conferencia “Psicoanálisis y Medicina”, les plantea que el psicoanálisis se ocupa del deseo y del goce del cuerpo, que es justamente lo que no aparece en las imágenes, en esos aparatos cada vez más desarrollados. Pero también, es interesante agregar que lo que los médicos que lo habían invitado –era un Servicio de Nefrología infantil–, sí habían captado, era que de acuerdo a cómo los padres escuchaban el diagnóstico de la enfermedad de sus hijos y lo que éste significaba para la subjetividad de cada uno de estos padres, cambiaba la relación de los niños al tratamiento y sus efectos.

De allí que varios años después J. Lacan pueda decir que el “misterio del cuerpo hablante es el misterio del inconsciente”. Esto no implica ningún esoterismo, ninguna experiencia mística o inefable. No podemos introducir el inconsciente en un tubo de ensayo, pero esto no implica que no tenga su materialidad, “las pruebas de su existencia” se encuentran en los lapsus, sueños, síntomas.  Aquellos “sucesos inaparentes que las otras ciencias arrojan al costado por demasiados ínfimos, por así decir, la escoria del mundo de los fenómenos”.  De ello nos seguimos ocupando, cuando queremos escucharlos.

En 1908 Freud escribía en una carta a Jung, a partir de lo presentado en una publicación científica: “esperan al bacilo o al protozoo como si fuese el Mesías que ha de venir algún día para los creyentes”, esperando así que el diagnóstico les resulte más fácil porque se teñirían de modo diferente.

Hoy ya no se habla del bacilo, pero si aparecen diariamente “descubrimientos” del gen que daría cuenta de los diversos trastornos.  Entonces ¿ciencia o creencia en el Mesías?

Es cierto que no estamos en la época de Freud, ni siquiera incluso en la de Lacan. Cada época genera su malestar y los diversos modos de presentación de las consultas. También es cierto que los psicoanalistas en la actualidad no sólo están en los consultorios; están en las instituciones, en los hospitales –los psicoanalistas argentinos son pioneros en esto–  recibiendo demandas de distintos ámbitos como las escuelas, los juzgados, por ejemplo. Se nos plantea el desafío de estar a la altura de la subjetividad de la época, sin prescindir de nuestros conceptos fundamentales: inconsciente, transferencia, pulsión y repetición. Lo que nos permitirá poder dar una respuesta singular en cada caso, que siempre es un nuevo caso.

Para finalizar, algunos breves párrafos del dramaturgo argentino Mauricio Kartun, alguien que sabe hacer con las palabras y los cuerpos.

Errar/Error: “Como esas cosas que están frente a los ojos y no vemos, solemos ignorar que el origen de la palabra error está en errar. Ese acto inefable y delicioso de vagar. Tal vez por eso, porque vagamos, porque erramos, porque transitamos a diario el camino de la incertidumbre los artistas nos llevamos tan bien con esa palabra”.

El grano de arena: “El perfecto sistema de limpieza interna de las ostras tiene cada tanto un error y una partícula extraña se le enquista en el cuerpo blando. Con paciencia creativa reacciona cubriendo lentamente el grano con su nácar. Efectivamente una perla no es otra cosa que un error transformado en preciosa. Frente al mismo error los hombres nos pasaríamos años enteros quejándonos de la mala suerte y justificándonos en el fracaso”.

“Todo acierto es inevitablemente rutinario porque solo confirma cumplir con la norma. El error es el único camino para romperla y crear una nueva. Cualquier verdadera novedad es en su primera aparición un error. Errar entonces no solo es humano, hay que entenderlo. También es divino”.


NOTAS:
1.Freud, S. “Conferencia 2 “Los actos fallidos”, en Obras Completas T.XV, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1978.
2.Kartun M., “Errar” en Escritos-1975-2015, Ed. Colihue-Teatro, Buenos Aires, 2015, pp. 206-207.