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“La basura hablará  y está bueno”: racismo, discurso y subversiones1


lacan21 - 30 de diciembre de 2021 - 0 comments

Geisa de Assis – Participante en EBP-Sección Rio de Janeiro

Al retomar la discusión que la Descolonización coloca en la civilización, una pregunta importante retorna para el psicoanálisis y para los psicoanalistas:” ¿Qué es un analista?

Pregunta que cabe hacer ya que las transmisiones negras, indígenas y quilombolas revelaron otro Brasil diferente de aquel que se propone como cultura, sociedad y Estado en el mainstream. Esas transmisiones dan a ver que Brasil es una Améfrica, un Pindorama y no un paraíso racial donde, en suma, se exija ser europeo y blanco. Desde su fundación, esa exigencia deja su marca en el inconsciente de los sujetos brasileros. Si el inconsciente está estructurado como un lenguaje y el racismo en Brasil es un hecho de lenguaje, discurso y goce, nos preguntamos: ¿Cuál es la lógica del racismo en el inconsciente y, siguiendo a Lacan hasta el final de su enseñanza, en el ser hablante?

Racismo y discurso

Lo que está en cuestión en el racismo es la segregación2 que está en la raíz de todo discurso y marca la primera diferencia, traumática y violenta, “cuando un sujeto advino como respuesta al goce del cual fue objeto”.3 Es por ser al mismo tiempo objeto del deseo del Otro y efecto de su discurso que se revela al sujeto la posibilidad de su subversión.

Sin embargo, es por medio del lenguaje que la segregación consigue ejercer sus efectos y alcanzar sus fines. Las construcciones lenguajeras son intencionales y operan como estructura económica, cultural y social que es transmitida por la palabra. El sentido común que expresa sus saberes, sea implícita o explícitamente, es una fuente privilegiada de contribución e inducción a la injuria. Esto vuelve al lenguaje instrumento primario de la segregación.

Así, se crean designaciones segregativas4 que separan y apuntan al exterminio de aquellos que presentan este X innombrable que constituye la segregación, a fin de designar un más allá de lo simbólico. Una designación que se refiere, en sus fundamentos, a la pulsión de muerte y que apunta hacia cualquier característica, basta que esta sea objeto de expulsión o escarnio.

Es interesante notar las características que Achille Mbembe5 menciona en relación al sujeto negro en la modernidad: negro es una palabra, un nombre y un color. Una palabra que tiene densidad, un nombre que castra y amputa y un color que es como un destino trazado, revelando que no hay espacio para el sujeto en el delirio europeo, que promueve la asociación entre raza y negritud. Ahora, es lo negro como cripta viva del capital que inaugura estas designaciones en Occidente.

A pesar de la no existencia de raza en el sentido biológico, existe la raza en el sentido discursivo, a partir de la noción lacaniana de que “una raza se constituye por el modo como se transmiten, en el orden de un discurso, los lugares simbólicos”.6 Es más: tales discursos están dados como estructuras que no se deshacen fácilmente.

Es entonces que, con la idea de dar lugar de palabra a la basura del lenguaje y con lo que de ellos dicen, idea oriunda y ubicada como praxis y dirección del tratamiento analítico, Leila Gonzalez afirma que el negro en el Brasil está en el tacho de basura de la sociedad y de la cultura brasilera, que ella analiza como aquella que conscientemente oculta las marcas de la africaneidad que la constituyen, y propone allí la subversión: la basura hablará y está bueno!

El discurso racista en Brasil

El mito de la democracia racial, discurso instituido en Brasil, es una narrativa que oculta algo, más allá de aquello que muestra. Leila hace una lectura psicoanalítica del significante “negativa”, y en una transfiguración demuestra que en Brasil la negatividad incide, por homofonía, sobre La-Negra-Activa. Analiza a la mujer negra, entonces, en cuatro lugares –la mucama, la empleada doméstica, la mulata y a la madre negra– para alcanzar lo que es ocultado por el mito de la democracia racial, en tanto es sobre la mujer negra que la violencia de ese mito incide especialmente.

La mulata y la empleada doméstica son atribuciones del mismo sujeto.

La mucama era la mujer negra esclavizada que cuidaba de los niños, de las tareas domésticas de la Casa Grande y era abusada sexualmente por el señor blanco.

La empleada doméstica es la mujer negra del día a día, la mucama permitida, el burro de carga que acarrea a su familia, pero la malevolencia perturbadora de la mucama aparece encarnada en la mulata que en el carnaval es exaltada. El hecho de que la mujer negra esclavizada aún sea una referencia actual en la cultura brasilera nos lleva a creer que nunca salimos de este nivel colonial. La violencia sobre la empleada doméstica se da, pues ella “toca en la culpabilidad blanca ya que continua siendo la mucama con todas las letras”.7

En cuanto a la madre negra, es ella la que tiene la función materna en la cultura brasilera. La madre negra no es el ejemplo de amor y dedicación a la crianza de los hijos (de los otros) ni la “entreguista”, aquella que se entrega al servicio al blanco, sino, más bien, aquella que transmite el lenguaje, los valores de la cultura, el pretuguês, la lengua brasilera.

Nuestras subversiones

El analista apunta al Uno solo, hay Uno, no para que se aísle en su goce, sino para  que pueda enlazarse de nuevo por otra vía, desegregativa, antirracista.

Sin embargo, escuchar uno por uno no produce cambios en la estructura racista. ¿Qué puede, entonces, el analista? ¿Y el psicoanálisis?

Éric Laurent8 hace una crítica a la posición de intelectual crítico en el que puede transformarse el analista al volverse un especialista de la desidentificación y propone una nueva postura: El analista ciudadano. Uno de los puntos cruciales de esta posición, y que le da fundamento, es el hecho de ser un analista sensible a las formas de segregación.

Eso significa que el psicoanalista encarna, y por eso presentifica el resto a ser segregado, en los análisis y en la Ciudad. La presencia del analista no es cualquiera, es una presencia que da lugar a una ausencia, a este X innombrable que es estructural.

Parece sin embargo irremediable que escuchemos las transmisiones Otras de los pueblos originarios que sustentan y constituyen el suelo y el sudor del Brasil. La relación moebiana entre universal, particular y singular es imprescindible para no provocar racismo; lo que para los blancos se ubica en la rúbrica de lo imposible, llevándolos a preguntarse aquello que sería posible ante la imposibilidad de no ser racista, si la tomamos de la siguiente manera: “lo universal de la violencia del racismo, lo particular de la respuesta de los pueblos y lo singular de la respuesta de cada uno”.9

Traducción Silvina Rojas

NOTAS:
1 Este texto fue extraído de una Disertación de Maestría titulada “Un estudio psicoanalítico sobre las raíces del racismo” y defendida por mí, Geisa Assim, en la UERJ bajo la orientación de Heloisa Caldas.
2 Miller, J.-A., “Racismo y extimidad”. Disponível en: <http://revistaderivasanaliticas.com.br/index.php/accordion-a-2/o-entredois-ou-o-espaco-do-sujeito>. Acesso em: 26/12/2020, p.1-10.
3 Caldas, H., “Segregação, violência e errancia”. In: Errâncias, adolescências e outras estações. Caldas, H; Bemfica, A; Boechat, C. (Org.). Belo Horizonte: Editora EBP, 2016, p.125-135.
4 Fridman, P., “La segregación y sus destinos”. In: Indagaciones psicoanalíticas sobre la segregación. Org: Delgado, O. Fridman, P; 1ªed. – Olivos: Grama Ediciones, 2017.
5 Mbembe, A., Crítica da razão negra. n-1 edições, São Paulo, 2018.
6 Lacan, J., “El atolondradicho” (1972). Otros escritos, Paidos, Buenos Aires, 2012, p. 448-497.
7 Gonzalez, L., “Racismo e sexismo na cultura brasileira”. Revista Ciências Sociais Hoje, Anpocs, 1984, p. 223-244.
8 Laurent, É., “O analista cidadão”. Revista Curinga Online, n. 13 – Escola Brasileira de Psicanálise – Seção MiNAS, Belo Horizonte, setembro/ 1999, pp 7-13.
9 Comunicação verbal de Andrea Guerra durante uma reunião do Coletiva Ocupação Psicanalítica.