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LO TRANS NO ES UN DECIR


lacan21 - 22 de octubre de 2018 - 0 comments

Rosa Basz. “Cuadro x por Cuadro 3”- Acrílico sobre tela. EOL- AMP

Rosa Basz. “Cuadro x por Cuadro 3”- Acrílico sobre tela. EOL- AMP

Eliana Amor – EOL-AMP (Observatorio Género, Biopolítica y Transexualidad – EOL)

 

Al tener un cuerpo tenemos un mundo, el mundo que acompaña;

al tener un cuerpo estamos aquí y no en otra parte.

J.-A. Miller. El lugar y el lazo, p. 63

Proliferación de

nominaciones

Decir hombre o mujer no alcanza para nombrar lo real del sexo, ya que se trata de semblantes. Decir que son dos sexos y suponerlos a partir de los órganos genitales produce la confusión de que la anatomía es el destino. En los 70, con las fórmulas de la sexuación, Lacan formaliza la función fálica en dos lógicas diferentes: “existe al menos uno que se exceptúa de la función de la castración” y “para no todo x rige la función fálica de la castración”. La sexuación determinada por la función fálica nos conduce a distinguir binariamente la repartición de los goces: macho y femenino. Y si bien van más allá del binarismo de género al organizar la diferencia sexual en torno a los goces, nos brinda categorías que conducen a pensar en una clínica binaria: neurosis y psicosis.

Sabemos que no todos los sujetos se adscriben a una nominación binaria. En la actualidad, de modo masivo, se reivindican la ambigüedad y las posiciones intermedias, lo que multiplica la nominación de las identidades que, a su vez, se caracterizan por no ser fijas; lo que se da en llamar género fluido. Habitamos una época que denuncia al género como semblante, donde el ideal apunta a la “auto-nominación” por la práctica de goce actual, y la búsqueda es desidentificarse, en el sentido de “desmarcarse” de los históricos significantes del Otro.

Miller ha tomado el concepto de feminización del mundo para definir ciertos rasgos de lo contemporáneo signados por el declive del régimen paterno, y con ello el declive de lo viril y el empuje a lo femenino entendido como no regulación del goce a partir del semblante fálico, librado al S(A/  ) sin el recurso al falo. No es lo mismo que el no-todo fálico, que implica que una parte del goce no se inscribe en la ley, pero no es sin ella, y en ese punto se trataría de posición femenina. Declinada la función simbólica, ¿se sostienen el goce todo y no-todo? ¿Qué efectos tiene la declinación del NP –su función de excepción, que componía el conjunto y su más allá–, con la consecuente implicancia en lo simbólico y en la función fálica como tal, sobre los modos de inscribir la sexuación? 

Donde el fantasma pierde la estabilidad que aferra al sujeto a una modalidad de goce –el estilo fetichista–, surgen “síntomas que subrayan la fragilidad del padre en tanto que existencia particular”. La época introduce lo “TRANS” como una tendencia conceptual que funciona generalizadamente, y nos da una vía para elucidar la subjetividad actual, la inconsistencia de los semblantes que por no estar sostenidos desde un Ideal pueden ser transmutables, y sostenerse en identificaciones imaginarias frágiles.

Los poderes de la palabra declinan y la imagen domina sobre lo simbólico. Los semblantes no llegan a hacer borde a un real que se rebasa… ¿Si el parlêtre está capturado por la imagen, la falta se experimenta como falla? La relación de los sujetos con sus cuerpos ha cambiado; la declinación del pudor da cuenta de ello. Frente al vacío de la relación sexual, se puede hacer un síntoma –con su exigencia de satisfacción– que busque dirigirse al Otro (SsS) para demandarle encontrar la verdad oculta que escapa o se pueden buscar atajos ofrecidos por el capitalismo a través de las tecnociencias, produciendo arreglos fugaces que no implican necesariamente un detenimiento. A menos prohibición, mas mandato a gozar de un cuerpo idealmente no agujereado por un simbólico que siempre produce desarreglos en el goce. En el afán de colmar el vacío estructural a partir de artificios, los cuerpos contemporáneos, reducidos a mercancía, pueden ser moldeados en pos de conseguir la imagen “sin agujeros” de las publicidades. Frente a esta pérdida de potencia de la metáfora en el discurso, intervenir el cuerpo, ¿es un modo de intentar arreglárselas sin lo simbólico? ¿Qué cuerpo necesita ser tocado quirúrgicamente para confirmar la elección del sexo?

Hacerse Un-cuerpo: del amor después del amor

Las fórmulas sostenidas desde un orden simbólico dan paso a la clínica nodal en la que la neurosis deja de ser la regla. La última enseñanza de Lacan se torna orientación fundamental respecto de lo que Sociedad actual nos presenta de modo cada vez más contundente. Éric Laurent, en El reverso de la biopolítica, refiere que el fenómeno contemporáneo se trata de querer reducir el sujeto a su cuerpo, hecho que participa de la tentativa de identificar al ser hablante con su organismo. Esto da la idea de un cuerpo que pretende no ser Otredad.

En el Seminario 21, Lacan ubicaba la función paterna en el lugar del decir. Un decir-no, refiriendo:

…lo que hago funcionar en mis esquemas, (…) acerca de la identificación sexual, o sea que todo hombre no puede confesarse en su goce, es decir en su esencia, fálica (…) sino, al fundarse sobre esta excepción, de algo, el padre, en tanto que proposicionalmente él dice “no” a esa esencia. El desfiladero del significante por el cual pasa al ejercicio ese algo que es el amor, es muy precisamente ese Nombre del Padre que sólo es “no” al nivel del decir, y que se amoneda por la voz de la madre de cierto número de prohibiciones… (LACAN, 1973/4, p. 126)

A ese Nombre del Padre que se soporta desde la dimensión del amor, se sustituye la función del nombrar-para. Esto es lo que, en el punto de la historia en que nos encontramos –parafraseo a Lacan en 1974–, se ve preferir.

Entonces, indicar que el amor del padre ya no regula la estructura, implica que no va de suyo contar con él para decir respecto del ser sexuado. Por su parte, en El ultimísimo Lacan, Miller recorre la lectura que Lacan hace de las tres formas de identificación en la teoría freudiana y luego trabaja los Seminarios 23 y 24, y refiere que “…en el lugar del Otro que está destituido, hay un principio de identidad totalmente distinto, el cuerpo. No el cuerpo del Otro sino, como suele decirse, el cuerpo propio. (…) Es el Un-cuerpo”.

Lacan localiza allí el Ego, en tanto que no pasa por la representación significante, no está dividido entre S1 y S2 ni está sujeto de la identificación, sino que se relaciona con el Un-cuerpo. Dicha relación entre el parlêtre y su cuerpo es de “adoración”. Miller dice “No hay ahí identificación, hay pertenencia, propiedad. (…) tiene que ver con el amor, pero no el amor del padre sino el amor propio, en el sentido del amor del Un-cuerpo”.

El cuerpo no se ajusta bien a cada uno, es disarmónico, en tanto está marcado para cada ser hablante por una inconsistencia fundamental. A este cuerpo se lo habita con más o menos inconvenientes. En El Seminario 23 ubicamos que se busca la consistencia corporal porque se cree que se tiene un cuerpo, pero tenerlo es poder hacer algo con eso real, sin ley ni sentido. En este pasaje de la creencia en el padre a la creencia de que se tiene un cuerpo, el Un-cuerpo es la “única consistencia” del parlêtre, más imaginaria que simbólica. De modo tal que no se trata del sujeto que se hace representar por otro significante sujetado a su tachadura, sino que la consistencia mental es lo que lo mantiene unido, la adoración de su cuerpo por la vía del amor propio, sin necesidad de pasar por el Otro.

En el lugar vacío de la identificación, la historia muestra un pasaje del Ideal a la identidad por el amor al cuerpo propio, y en este punto hay una vía para pensar la inscripción de la sexuación más acá del significante fálico, a la altura de lalangue, es decir, en las marcas de goce indescifrables del cuerpo y sus agujeros.

 


Bibliografía:
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Notas:
  1. Laurent, É., “Los niños de hoy y la parentalidad contemporánea” Conferencia en la Universidad de Buenos Aires, mayo 2018, en http://www.radiolacan.com/es/topic/1175/3
  2. Brousse, M. H., “Las identidades, una política, la identificación, un proceso y la identidad, un síntoma”, en http://identidades.jornadaselp.com/textos-y-bibliografia/texto-de-orientacion/las-identidades-una-politica-la-identificacion-un-proceso-y-la-identidad-un-sintoma/
  3. Laurent, É., El reverso de la biopolítica, Buenos Aires. Grama, 2016
  4. Ibid., p. 15
  5. Lacan, J., Seminario 21, Les non dupes errent, (1973-74). Inédito.
  6. Ibid.
  7. Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, Buenos Aires. Paidós, 2013
  8. Ibid., p. 107
  9. Ibid, p. 108
  10. Lacan, J.,

    El Seminario 23: El Sinthome (1975-76). Buenos Aires. Paidós, 2006, p.90