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PER-VERSIONES CONTEMPORÁNEAS: BILLIONS


lacan21 - 22 de octubre de 2018 - 0 comments

Gaby Melluso. “Sin Título” Fotografía.

Gaby Melluso. “Sin Título” Fotografía.

Camila Candioti – EOL-AMP

En la pantalla, la escena comienza con una persona acostada en el suelo, atada de pies y manos, con una mordaza en la boca; la respiración es acelerada y la mirada ansiosa buscando… no se sabe qué.

Se oyen unos pasos acercándose; instantes después se escucha una voz: “¿Necesitas que te castiguen, verdad? … la escena prosigue, sin verse aún nada nuevo. La voz continúa diciendo: “Quizá te deje marcas”…y se da a ver una mano que apaga un cigarrillo encendido en el pecho de quien yace debajo suyo. Segundos después, para sellar la cicatriz, orina sobre la misma.

Lo que ofrece la pantalla… ¿responde a la viralización de las redes sociales? ¿Se trata de un documental?  ¿Es la ficción de una serie televisiva? ¿Un corto? ¿Un largometraje del séptimo arte?

La disponibilidad a toda hora del canal de Youtube o de Netflix pluraliza la fijeza de la programación televisiva. La selección a la carta de las redes sociales difiere de la opción acotada en un canal o una sala de cine. La app lista para descargar en el dispositivo móvil conlleva una disponibilidad infinitesimal, que deja de lado al televisor u ordenador por cable como cosa del pasado. Me preguntaba  si la variación de estas pantallas ¿introduce algo nuevo en la fantasmática del sujeto? la modalidad de uso ¿admite nuevas condiciones de goce a la civilización?

Volviendo a la sugerida escena de tortura, la misma se despeja como un montaje erótico cuando al alejarse la cámara aparecen unas piernas contorneadas,  enfundadas en unas medias de red, coronadas por unos tacones aguja negros.

El trato voluntario entre dos de los protagonistas de la Serie Billions, Mr. y Mrs. Rohades, expone el juego de roles para la satisfacción sexual. “Chuck” Rohades es un prestigioso abogado, de familia rica, devenido fiscal general de N.Y., obsesionado con la persecución y castigo de los delitos financieros de multimillonarios que buscan evadir la ley por el tráfico de influencias.

Ella es una exitosa psicóloga, que desde hace 15 años trabaja para “Axe Capital”, una empresa multinacional de fondos de cobertura.

Ambos están dedicados a su trabajo, por lo que se ven muy poco; a excepción de dichos encuentros y la organización de la agenda de cuidado de los dos hijos del matrimonio. Es interesante que aquello que captura el interés y tiempo de la vida de cada uno –el trabajo– es aquello sobre lo que se les está prohibido hablar, dado que el funcionario ejemplar investiga la empresa en la que su partenaire ocupa un lugar estratégico.

El acuerdo de prácticas BDSM1 ¿qué lugar ocupa en esta alianza? ¿Se trata de una práctica mantenida por los esposos o su ejecución sostiene la pareja, evitando su disolución?

Axe… es un crack de las finanzas, joven, apuesto, está casado con su novia del secundario y adora a sus dos hijos varones en edad escolar.  Pese a las innumerables tentaciones de su acceso casi ilimitado a los placeres mundanos, no se distrae con mujeres ni alcohol o drogas, no fuma, hace deporte. No hay dudas de que se trata de un hombre exitoso y padre de familia.

En una de las primeras escenas en que se despliega su carismática figura y obra filantrópica, una mujer díscola reclama por su marido muerto el 11 de septiembre. Cual virus que amenaza con jaquear el sistema, la hacen callar, retirándola del lugar.

Se devela entonces una pregunta sobre el inicio de la fortuna: ¿es consecuencia de un golpe de suerte o una acción calculada de lucro simultánea a la catástrofe social del 11/S y a la muerte de sus colegas y amigos?

Este momento de clivaje sobre la verdad de su deseo se repite en una difícil entrevista con su psicóloga, a la que recurre de urgencia en un momento de malestar y habiendo interrumpido el proceso terapéutico desde hacía ya tiempo. En dicha instancia queda expuesto que la muerte de un empleado clave no le afecta. Más aún, se despeja que ha colaborado en una maniobra de aceleración de la muerte de su supuesto amigo, para verse favorecido económica y legalmente.

Queda expuesto, ante sí y la psicóloga, que cualquier recurso es utilizado para beneficio propio. El único valor que impera –bajo la forma de la oferta y la demanda– es el plus de goce para sí. Sea objeto o sujeto, es manipulado según su valor de cambio. No parece haber barrera alguna por fuera de ello. Ningún ideal o moral se sostiene. En la bolsa, como en el póker, se trata de saber apostar, de entrar y salirse a tiempo, sostenido en el manejo de información privilegiada, sin la menor consideración respecto de lo que se juega en esas apuestas (fondos sanitarios, inmobiliarios, deuda de países, etc.).

En otras palabras, Axe está habitado por una voluntad de goce inescrupulosa que dicta su propia ley, llegando a un punto de inanalizabilidad.

En la cruzada personal a muerte, se presenta la lucha de machos, que, llevada a su extremo –el machismo– muestra sus paradojas. Tanto el fiscal prusiano como el multimillonario codicioso, están casados. Aparentemente, la causa recae en una mujer, pero a poco que los enredos se suceden aparece la verdad del objeto de cada uno. Para el primero, la voz –femenina– del super yo comanda su tortuosa existencia, mientras que para Axe, hasta el valor más preciado –la mujer de toda la vida– se ordena en la línea de su ambición.

¿De qué lado cae la perversión? ¿Del lado de Chcuk, con su goce masoquista, atormentado por estar a la altura de las expectativas de su padre? ¿O de la manipulación inescrupulosa de la bolsa, de un padre de familia?

¿El fiscal, comandado por la ley del deseo, que se fanatiza con el cumplimiento del deber, al punto de real-izar el sentimiento de culpabilidad en el juego sexual? ¿O el financista impulsivo, ciclotímico, adicto a la adrenalina, que cruza la línea una y otra vez, sin la menor angustia?

¿La perversión recae en Axe o Chuck? ¿O tal vez, podríamos pensar en un pacto sadeano, cuyos términos del fantasma están animados por los dos protagonistas? Quizá, por la generación del perseguidor se nutre el goce de la evasión. Ya que, en ocasiones, inclusive siguiendo las normas se llega al campo del goce. En otras palabras, el pasaje del deseo al goce, por la utilización de las paradojas de la ley del estado, constituye una línea sinuosa que la trama muestra muy bien.

Finalmente, además de hacer tangible la intrincada relación con el poder a través de la industria, la política, la administración judicial o las inversiones financieras, válidas para pensar la época, surge nuevamente la pregunta sobre el lugar y función del falo en el sujeto, y la verdad del objeto y el goce en cada sujeto, más allá de las variaciones actuales de la sexualidad.

 


Bibliografía:
  1. Castanet, H., “Pulsión y objeto” (2014). En: La Perversión. Buenos Aires. Grama, pp. 20 – 37.
  2. Lacan, J., El seminario, libro 10 La angustia (2006). Clase del 5 de diciembre de 1963. Buenos Aires. Paidós, 2006.
  3. Miller, J.-A., “Increíble exaltación”. En: Lakant. (24-37). Buenos Aires. Tres Haches.
  4. Billions. Serie televisiva norteamericana, producida por Showtime. Dos temporadas. 2016-17.