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Ser sexuado en el siglo XXI: ¿Qué hay de nuevo?


lacan21 - 22 de octubre de 2018 - 0 comments

Susana Carbone. “Ventisca”. 0.60 x 0.50. Acrílico

Susana Carbone. “Ventisca”. 0.60 x 0.50. Acrílico

Blanca Musachi1 – EBP –AMP

En el inicio del siglo XIX, Sigmund Freud ubicó la investigación psicoanalítica al servicio de una definición ampliada de la sexualidad humana, considerando la importancia del goce sexual independiente de la reproducción, lo que es posible constatar en los estudios de las perversiones y de la sexualidad infantil. Lo que hay de nuevo con Freud, es que en la sexualidad humana no se trata de instinto, como en el reino animal, sino de una pulsión sexual. El objeto es indiferente, pues puede ser cualquiera en torno del cual la pulsión realiza su recorrido para su satisfacción. Freud también causó escándalo en su época al afirmar la inexistencia de lo femenino y de lo masculino en estado puro.

En el texto “Tres ensayos de teoría sexual”2, de 1905, Freud establece el estadio fálico de la organización sexual y abre un nuevo rumbo a sus elaboraciones sobre la sexualidad. Agrega notas hasta 1924, hasta que la idea de una teoría sexual completa es abandonada y la cuestión sobre la sexualidad femenina es suficientemente importante para ocuparlo desde otra perspectiva: la de la diferencia entre los sexos, prevaleciendo la disimetría.

Freud elabora un nuevo saber en el marco de la sociedad burguesa, de la moral sexual civilizada que se recostaba en su diván, para devolver, especialmente a las mujeres, el poder de la palabra para bien-decir el sexo. ¿Pero hoy, en el marco del capitalismo de nuestras sociedades occidentales, en qué términos podemos hablar de la diferencia entre la vida sexual en la época de Freud y en la nuestra?

Para contextualizar una serie de consideraciones sobre lo que hay de nuevo en el ser sexuado en el siglo XXI es preciso situar que, para Freud y su teoría falocéntrica, era la estructura simbólica del Complejo de Edipo, comandada por el Nombre del Padre, lo que organizaba el mundo simbólico de un sujeto, teniendo como punto central el significante del falo para ordenar la sexuación del lado masculino y del lado femenino, según el par falo-castración.

Lacan retoma, en su primera enseñanza, ese marco del Complejo de Edipo en los términos de la metáfora paterna y de la significación del falo, orientándose a lo que llevará, en su última enseñanza a un más allá de la lógica fálica, de la lógica del Edipo, para reordenar el campo del goce más allá del falocentrismo. Eso fue posible a partir de la elaboración del “continente negro”, que Lacan retoma de Freud, pero en términos de goce femenino.

La novedad que introduce Lacan es el No-Todo del goce femenino, que importa a hombres y mujeres, porque lo que interesa es la posición de goce del ser hablante (parlêtre) y lo femenino que habita en cada uno, que escapa al goce fálico y a su lógica binaria3.

Laurent4 comentaba, recientemente, en el contexto de unas jornadas sobre política de las identificaciones, que en Freud no era un problema la cuestión “ser hombre-ser mujer”, sino que la cuestión que lo preocupaba era el límite con el cual se encontraba, en los análisis, la roca de la castración tanto del lado de los hombres cuanto de las mujeres, que finalmente tenía que ver con el rechazo de lo femenino para ambos, y que la lectura a partir de la estructura del Complejo de Edipo, con el falo como central, no permitía superar.

A partir de la enseñanza de Lacan, más allá del falocentrismo, el ser sexuado podrá ser leído en términos de sexuación, más allá del Edipo. Se trata de un nuevo paradigma para leer la clínica, donde lo femenino obliga a considerar que no tenemos más un universo circular, donde los cuerpos gravitan sólo en torno a un único centro, que es el falo simbólico. Es por eso que Lacan va a servirse de la figura del eclipse, que tiene dos focos, que son el falo y el goce del Otro, que no sería el goce fálico, sino un goce Otro. Entonces, leer el ser sexuado en términos de sexuación implica una lectura de la posición de goce del sujeto, no ya en términos de identificaciones, sino de elección del sujeto como respuesta al goce pulsional5.

A partir de estas consideraciones podemos avanzar para destacar, en particular, otras formulaciones introducidas en la última enseñanza de Lacan: 1) “El ser sexuado se autoriza de sí mismo, pero no sin Otros6”; 2) “El sexo es un decir7

En el momento actual de la civilización, donde el deseo del Otro no está tan presente, como dice Miller8, se pone en evidencia el axioma del goce del Uno, que Lacan presenta en su última enseñanza, con la función preeminente del objeto a definido como objeto (a) sexuado, un objeto sin Otro, fundado en el Uno de goce – diferente del axioma del deseo como deseo del Otro. Podemos pensar que la política de las identidades de género de nuestra época es una de las demandas de derecho al goce. Sin embargo, como observa Laurent, el goce para el psicoanálisis es del orden del imperativo; entonces, vemos como el derecho al goce se vuelve exigencia de reconocimiento de la primacía del goce, de múltiples modos de goce.

El excelente texto de M-H Brousse9  sobre identidades, identificaciones y síntoma nos orienta hacia una lectura sobre el lugar del género como S1 de nuestro tiempo, como algo nuevo del siglo XXI. Se trata de un nuevo movimiento de reivindicación diferente de aquel del feminismo del siglo XX.  El género como dice Brousse, viene en sustitución del sexo, sale del binario e introduce lo neutro, evitando el valor erótico de la lengua cuando se habla en términos de hombre o mujer. Intento de reducir el sexo al significante y a la función de semblante, y lo que se reivindica es, como ya fue dicho, el derecho al goce del Uno del cuerpo.

Las importantes reivindicaciones, en términos de derechos, conseguidas a partir del posicionamiento de los estudios de género y de las teorías queer, más allá del fuera de la ley del goce sexual en la era post-paterna, que pretende prescindir del padre sin servirse de él, deja a los sujetos muchas veces en el desamparo de la autogestión de su ser sexuado, desconociendo que el ser sexuado se autoriza a sí mismo, pero no sin los otros, como podemos ver en la presentación de los tres tiempos de la sexuación que Lacan construyó en el capítulo 1 del Seminario 1910.

El interés cada vez menor por la cuestión de la diferencia sexual, como observa Nathalie Wülfing11, también nos hace pensar como una consecuencia de la prevalencia del goce del Uno, que cada vez menos se interesa por el deseo del Otro.

Lo que tenemos es el imperativo de goce del Uno, y aquí encontramos la pornografía como “nuevo paradigma de la sexualidad”. Esto puede ser observado, especialmente en los adolescentes, como algo del orden de una nueva pedagogía de la sexualidad, un saber que está en el bolsillo, como dice Miller en el texto “En dirección a la adolescencia”12

En él, Miller pone en cuestión lo que hay de nuevo en la adolescencia, subraya una “autoerótica del saber”, o sea, el saber está en el bolsillo, no es más objeto a extraer del Otro.

Hoy se cultiva la soledad del goce, que no hace lazo. Hay intercambio de imágenes entre los jóvenes (sexting) y cada vez menos palabras, como cuenta en consulta una niña de 13 años, a quien le interesa “estar en la movida, sin apegarse a nadie”; se trata de estar siempre con alguien diferente, pues no es el otro que cuenta, priorizando el goce del Uno del cuerpo propio.

¿Cuál es el lugar del psicoanálisis? La apuesta, orientados por  la última enseñanza de Lacan, en la cual el sexo es un decir, es que una experiencia analítica es la oportunidad para bien-decir el sexo, para bien-decir la castración, especialmente en los llamados síntomas contemporáneos, donde los sujetos muchas veces dimiten del lugar de asumir la significación fálica. ¿Dónde residiría nuestra eficacia? En extraer un decir que marcó el cuerpo como sexuado, liberar la enunciación más allá de los dichos. Contamos para eso, como dice Oscar Ventura13, con la posibilidad de escandir con el acto analítico, cada vez que sea preciso, el imposible en juego.

Traducción: Marita Salgado

 


Notas:
  1. Coordinadora, por la EBP, Del Observatorio de Género, biopolítica y transexualidad de FAPOL,
  2. Freud, S., Obras Completas, “Tres ensayos de teoría sexual”1901-05, Amorrortu Editores, 1985, T. VII, p.109
  3. Bassols, M., “Heteroelecciones”.  In: Elecciones del sexo. Madrid, Ed. Gredos, 2015.
  4. Laurent, E., Principio identitario y política del síntoma. Conferencia de 2017: http://www.radiolacan.com/pt/topic/1092
  5. Bassols, M., “O objeto (a) sexuado”. In: Opção lacaniana online, nº 21, noviembre, 2016.
  6. Lacan, J. El Seminario, Libro 21,  Les non-dupes errent,  clase del 9 de abril 1974 (Seminario inédito; 1973-1974).  
  7. Lacan, J., El Seminario, Libro 25, Momento de concluir, Clase de 15 de noviembre 1977 (Seminario inédito; 1977-1978).
  8. Miller, J-A., “Intuições milanesas II”. In: Opção lacaniana online, nº 6, noviembre, 2011.
  9. Brousse, M-H., “As identidades, uma política; a identificação, um processo; a identidade, um sintoma”: In: Opção lacaniana online, 25/26; julho, 2018.
  10. Lacan, J., El Seminario, Libro 19,…Aún, 1971-72,  Cap. 1, Paidós, 2012, Buenos Aires.
  11. Wülfing, N., “Nenhuma mulher no século XXI”. In: L’incs#6-5. O que se escreve, Boletim Jornada EBPMG, out. 2017.
  12. Miller, Jacques-Alain, “En dirección a la adolescencia”, elpsicoanálisis.elp.org.es
  13. Ventura, O., “El porno, sus extravíos y su real”. In: Elecciones del sexo, Madrid, Ed. Gredos, 2015.