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¿Qué le aporta el psicoanálisis a la enseñanza e investigación en la Universidad?”


lacan21 - 22 de octubre de 2017 - 0 comments

Paula Husni. EOL- AMP “De plantas, flores y otras hierbas” I. Fotografía.

Paula Husni. EOL- AMP “De plantas, flores y otras hierbas” I. Fotografía.

“Aportes a la formación e investigación en la Universidad desde la Orientación Lacaniana”

María Victoria Clavijo NEL-AMP

El primer encuentro de la red IUFI se realizó en la EOL el 13 de septiembre de 2017. Distribuidos en dos mesas de trabajo, se presentaron trabajos libres de cartelizantes en la primera y trabajos de la red en la segunda, coordinados por Gastón Cottino (Arg.) y Nohemí Brown (Br.)

El primer trabajo de Leonardo Rodríguez (Arg.), parte de la experiencia docente en la Facultad de Filosofía de la Universidad de San Juan y desarrolla una interrogación: ¿Cómo es posible introducir lo analítico en la práctica universitaria? El discurso universitario descrito por Lacan no adquiere la naturaleza de tal por situarse en la universidad, sino que opera en el momento en el que el saber ocupa el lugar dominante en el discurso como un saber todo; es lo que en lenguaje corriente se llama “burocracia”. El discurso universitario es “el discurso del amo mismo fortalecido por el oscurantismo”, de tal modo que “entre más se sabe, entre más se conoce, más oscuros nos volvemos para nosotros mismos”. Sostener la enseñanza de Lacan implicaría no ceder ante lo real en juego, es decir apuntar a que el sujeto pueda ser capaz de conservar el enigma de saber.

Guillermina Laferrara se apoya en Jacques-Alain Miller, cuando en la presentación del X Congreso de la AMP indica, que analizar al parletre es una práctica que ya se hace, y lo que aún resta es saber decirla. Análogamente, se puede decir que es un hecho la existencia del psicoanálisis en la universidad, pero queda pendiente saber decirla. Una vía posible ante lo imposible de enseñar en la universidad se situaría en la investigación sobre el “saber leer” y el “bien decir” articulado a lo que Lacan denomina “deseo del enseñante”. Si bien son estas propiedades del analista ¿es posible concebir estas propiedades para el enseñante? Es de resaltar la cita extraída en la que Lacan señala: “Que a alguien se le pueda plantear la cuestión del deseo del enseñante es señal de que hay una enseñanza (…). Allí donde el problema no se plantea, es que hay un profesor” (Lacan, Seminario 10). Como conclusión de su trabajo, la autora expone: “decir el psicoanálisis en universidad es una oferta que el enseñante realiza desde su propio deseo y que lejos de taponar lo imposible de decir, le hace un lugar”.

Por su parte, Nancy Greca Carneiro (Br.) apunta a responder la pregunta: ¿qué es lo que hace un psicoanalista en la universidad? Son Lacan y Miller quienes introdujeron instrumentos universitarios en su Escuela por la vía de las investigaciones en el marco de maestrías y doctorados, y con Miller la formación del analista se extiende al Instituto del Campo Freudiano. Cuenta cómo su amor por el psicoanálisis nace en la universidad, y el deseo de Escuela surge cuando puede enunciar: “vengo a la Escuela, no por la vía del saber, sino por una verdad semidicha”. En Brasil no se ha constatado que el hecho de que se enseñe psicoanálisis bajo el curriculum de la carrera de psicología lleve a una absorción del psicoanálisis por la psicología, a pesar de que es un riesgo permanente del que ha alertado Jacques-Alain Miller en diversas ocasiones (El banquete de los analistas, Psicoanálisis puro, psicoanálisis aplicado versus psicoterapia). Tanto en la Escuela como en los institutos, se apunta a una transformación del saber supuesto al saber expuesto; la Escuela con el pase, y los Institutos en su vertiente de investigación y clínica, con el fin de impedir la alta absorción del psicoanálisis en el saber supuesto. La universidad no sería solo el lugar de reclutamiento, sino de formación, toda vez que “la demanda de saber se responde con el amor de transferencia, transferencia al psicoanálisis que hace aparecer como apuesta, el deseo de saber”.

De otro lado, Flávia Céra (Br.) se pregunta cómo introducir la lectura de Lacan en la universidad, ya que en el discurso universitario la lectura pretende obtener una acumulación de saber y los puntos oscuros son tomados como impotencia o como un malentendido que debe ser suturado, cuando en el discurso analítico la lectura es un procedimiento de pérdida, que encuentra su estructura justamente en el malentendido. Es el mismo Lacan quien profundiza la perspectiva de que la lectura no es garante de que haya comprensión, cuando en la contratapa de Otros escritos dice: “No-para-leer”.

La segunda mesa abordó la cuestión de la investigación en la Universidad.

Héctor Gallo (Col.) expone la manera como se lleva a cabo una experiencia de formación clínica de los psicólogos que hacen atención psicológica en el ámbito universitario del Departamento de desarrollo estudiantil. Surgen preguntas como ¿qué clínica es posible en un contexto institucional educativo? Un principio guía este trabajo: más allá de los protocolos y la exigencia de ajustarse a estándares de la institución, se trata de asumir la responsabilidad de la formación clínica en donde es la ética del deseo la que la sostiene.

David Albano (Cba.), pone sobre la mesa un texto producto de un cartel sobre “Investigar en psicoanálisis en la universidad”, del que se extrae una perspectiva interesante sobre la investigación, que se diferencia de la lectura o estudio del psicoanálisis; la investigación consistiría en “perforar el S1 puesto en el lugar del agente, perforarlo y animarse a que salga algo nuevo, fuera del copy and paste tedioso”. La especificidad del psicoanálisis, debido a que proviene de una experiencia singular, marca también lo que se debería tener como orientación en la investigación, a saber, que la investigación en psicoanálisis anudaría clínica, política y episteme. Dos obstáculos para la investigación en psicoanálisis: la adaptación de investigaciones psicoanalíticas en el lenguaje que la ciencia demanda y la falta de legitimidad del psicoanálisis, debido a la exigua presencia de psicoanalistas en las instancias evaluadores de las universidades.

Gerardo Arenas (Arg.), parte de una premisa: “se investiga poco en psicoanálisis”, y enuncia tres pistas para la investigación, que buscan limitar el riesgo que entraña investigar en psicoanálisis, a saber, “resultar fagocitado por el discurso de la universidad”, y lo hace  a partir de la tensión entre dos lazos: el analítico y universitario. La primera pista: incluir la enunciación en los enunciados, incluir en lo investigado las razones por la que se investiga, pues de otro modo lo investigado se pretendería “objetivo”, segregado del propio sujeto.  La segunda, soslayar la evaluación y con ella el uso de la estadística, instrumento del nuevo amo que se alía con el saber para hacerla pasar por ciencia. No sobra recordar que el psicoanálisis ni es ciencia ni pretende serlo, pues toma como su razón de ser justamente lo rechazado de la ciencia: el sujeto y lo que lo hace singular. La tercera pista consistiría en que al investigar, no hay que perder de vista el lazo que los conceptos tienen con los problemas clínicos que están en su base.