Susana Strozzi
NEL-AMP
Advertencia
La forma escogida para el texto quiso insistir, desde el comienzo, en la referencia musical. En la que no tengo, precisamente, formación alguna. Sin embargo, con la insistencia se organiza la escritura y algo se adelanta a su propia formulación. Será la “Sonata del deseo”, de las vías insondables de lo que no se deja atrapar, pero a lo que no se puede traicionar… De los cuatro movimientos clásicos me doy cuenta que, finalmente, lo que se construye es el primero: el Allegro. De allí salen el 1 de la exposición (con los temas), el 2 del desarrollo y el 3 de la recapitulación o reexposición.
Se abre, para el futuro, el andante.
Allegro
los temas.
1975. Lacan. “Quizás en Vincennes”… algo podría pasar… y vincula la posibilidad de que ocurriera a aquellas enseñanzas caras a Freud para la formación de un analista. Un punto de apoyo para esclarecer no tanto para qué [su análisis] ha servido, sino de qué se sirvió.
1979. “Lacan pour Vincennes”: Hay cuatro discursos. Los cuadrípodos que evocaba en su “Alocución sobre la enseñanza”, extrañado (¿molesto?) porque nadie lo hiciera en el marco de un evento consagrado a la enseñanza.1
Servirse de ellos; jugar con ellos… sobre todo, escribirlos en la pizarra…poniendo el cuerpo.
La antipatía de los discursos, el universitario y el analítico… no puede ser superada… sino explotada….quizás… Antipatía cuya definición convencional alude a una variedad de sentimientos que incluye odio, rencor, aborrecimiento, repugnancia, aversión, hostilidad, enemistad, animadversión, envidia y resentimiento. No es poco…
El desarrollo.
2005 – 2010. Escribo tres textos cuya sucesión en el tiempo da cuenta de una insistencia: el intento de elucidar una experiencia singular en el ámbito universitario del país donde resido, mi país de adopción.
El primero exponía -describiéndola- el carácter de una iniciativa personal en el Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela. Una maniobra aprovechando la contingencia de una reformulación de los estudios de maestría y doctorado sobre la base de las llamadas “líneas de investigación”. 2
A comienzos de 2003, la reformulación aprobada se puso en marcha, incluyendo el programa de nombre inquietante que había propuesto y frente al cual no habían faltado las reticencias ni la invitación a modificarlo: el de una Línea de Investigación llamada “Psicoanálisis y Ciencias Sociales”.
Un espacio preexistente acaba, así, alojando una fórmula en la cual lo imposible de la relación sexual estaba escrito en el nombre mismo, mediante el uso de la conjunción copulativa. Recurso del cual se habían servido, durante los últimos cincuenta años por lo menos, los subterfugios académicos conocidos como interdisciplina, multidisciplina y transdisciplina .3
Era la fórmula que años atrás había denominado la técnica de la “y”,4 sin saber –sin querer saber– entonces lo que después leería en la primera proposición de “Quizás en Vincennes”: no tanto para qué su análisis ha servido [a un analista] sino de qué su análisis se sirvió.
Es necesario precisar que, según la modalidad predefinida académicamente, la enseñanza a impartir en los seminarios debía fundamentarse en la investigación. La propuesta presentada tenía como columna vertebral un proyecto -“Del malestar en la cultura a la cultura del malestar”- cuyo objetivo era contrastar entre las modalidades del lazo social propias de la Modernidad y de la Globalidad.5 En relación a este eje se articularían los anteproyectos individuales de los aspirantes; los que deberían desarrollar a lo largo de varios semestres para luego culminar como tesis.6
El recorrido cumplido hasta el tiempo del primer texto daba cuenta del movimiento de inserción institucional y de los dispositivos utilizados: el Seminario y los “tutorials”. Dos prácticas de la palabra que permitieron una ganancia secundaria de trabajo con el saber referencial y una elaboración y producción académicas que sirvieron para sostener y validar el espacio.7
Sin embargo, el relato era interrogado al final con una pregunta: ¿Una práctica analítica?
El inconsciente intérprete introducía con ella una instancia del tiempo, “cavando el intervalo donde se produce la mudanza propia del instante de ver.” Porque la intuición por la cual el sujeto objetiva algo más que los datos de hecho, tiempo objetivado en su sentido, puede reducirse al instante de la mirada, “pero esa mirada en su instante puede incluir todo el tiempo necesario para comprender.”
Fueron cuatro los años requeridos; los que transcurrieron hasta la escritura del segundo texto, destinado al Encuentro Americano del 2009. Modulación del tiempo que introduce “la forma que en el segundo momento se cristaliza en hipótesis auténtica porque va a apuntar a la incógnita real del problema, a saber, el atributo ignorado del sujeto mismo”. En efecto, el segundo texto retoma la referencia a la experiencia, y aunque lo hace, al comienzo, en relación a una elaboración sobre el Discurso Universitario y su articulación con el Discurso del Amo contemporáneo, inexorablemente retorna en él la pregunta por la práctica sostenida. La respuesta ya se encontraba, no obstante, en el título, escogido de antemano por el retorno del momento de comprender: “El recurso del enclave”.
Fue entonces cuando se abrió, en definitiva, la vía que llevó al sujeto a la urgencia por concluir. Dicho con Lacan, “el retorno mismo del momento de comprender, […] se prosigue en el sujeto en una reflexión, en la que esta instancia resurge para él bajo el modo subjetivo de un tiempo de retraso respecto de los otros en ese movimiento mismo, y se presenta lógicamente como la urgencia del momento de concluir.” 8
Así, lo respondido desde el título precipitó en cascada la escritura que hilvanaba la evidencia de lo que realmente se había tratado en el movimiento inicial y en el esfuerzo relanzado a lo largo de esos años, en cada semestre y con cada nuevo Seminario: la construcción de un enclave para trabajar como analizante, tal como lo precisa Lacan en la distinción entre enseñanza y saber, cuando subraya que cuando hay enseñante éste está siempre en el matema S/ .9
Pero, ¿por qué un enclave -que era lo que en su momento llamó Lacan “Escuela”- en su dimensión de refugio frente al malestar en la cultura? 10
Porque fue la manera inventada por el sujeto de construir(se) un refugio para preservar precisamente la posibilidad de continuar su trabajo como analizante, en las difíciles condiciones institucionales que se suscitaron, local y regionalmente, desde la disolución de la ECFC y a lo largo de la década que vio nacer a la NEL. Una invención que le permitió volver a conjugar los tiempos del exilio y la migración, optando por una reanudación de su análisis fuera de lo local y lo regional y por una participación consecuente en las iniciativas y actividades de la AMP y la NEL. Congresos, Encuentros Americanos y Jornadas cuyos temas contribuyeron a modular el dictado de los seminarios y a puntualizar recorridos en la investigación.
Se abrió, así, un nuevo tiempo en el trabajo de transferencia y la transferencia de trabajo, articulados a partir y por medio del enclave. Un nuevo tiempo del que algo pudo recogerse un año después.
El tercero de los textos11 escribe, efectivamente, algo de un alumbramiento que se intuía cercano -el de las primeras tesis doctorales, los primeros “doctores” producidos- que traería, junto con el desplazamiento de la angustia y del cuestionamiento íntimo, la sorpresa de advertir que, en el largo recorrido, el nombre escogido para la línea de investigación había cambiado de sentido, había dejado de ser un enigma, “…aunque demuestre que el después esperaba en la antesala, para que el antes pudiera ocupar su rango en la fila“12 (…même s’il demontre que l’après faisait antichambre, pour que l’avant pût prendre rang.”).
Como Borges, “Después reflexioné que todas las cosas le suceden a uno precisamente, precisamente ahora”.13 Porque algo más se anudó en relación con la cuestión del enclave. Algo que concernía a la Escuela y mostraría -en retroacción- la lógica de los pasos que me habían llevado hasta allí: una intervención y promoción decididas por la unificación de la Sede, que me introdujeron a partir de 2008 en todos los esfuerzos de recomposición y albañilería institucional entonces iniciados. Camino que en 2014, en París, tuvo un hito importante con la decisión que sancionó la transformación de la Comisión de los Seis, de la que formaba parte, en Consejo Asociativo de la Sede.
Es ahora -desde el hoy- cuando pueden recogerse los efectos que validan la producción del significante enclave como una interpretación. En tanto es desde el hoy cuando pueden ubicarse los momentos de cambio en la posición del sujeto en su práctica docente, resonando en los que podrían llamarse los co-partícipes de la experiencia: los estudiantes, los tesistas…
Es precisamente en la dimensión de los “tutorials” -nombre dado en un comienzo siguiendo la forma en lo que de Oxford sirve para evocar el Discurso Universitario-, donde se produjeron los desplazamientos más visibles. Un uso de la transferencia leído en las rectificaciones que llevarían a cada uno desde las formulaciones iniciales de sus anteproyectos14 al encuentro con las huellas de su deseo en la producción de un objeto –un tema propio– para hacer uso de él, o a consentir en aquello a lo que el trabajo les permitía acceder. Sigo aprendiendo de estos movimientos y sus modulaciones, aportados por el trabajo tutorial, que permite captar, en cada caso, el desplazamiento desde la posición de sujeto cartesiano al S/ (y sus consecuencias).
Re-exposición.
Se trata, ahora, de ir desde el movimiento que hace recorrido a detenerse en el detalle. En eso de que están hechos los recortes, los pequeños trozos de enseñanza(s) disponibles para el uso y la conversación.
El quizás asomado en Vincennes, en la sobriedad de la coreografía con la cual Lacan articula enseñanza, formación y análisis alcanza para mostrar -en el uno por uno- que la antipatía de los discursos, el analítico y el universitario, puede ser, sin duda, explotada. A la buena manera, es decir, con el resultado de ser, para las propias ciencias involucradas, ocasión de renovarse; aunque sea de la manera modesta que esta experiencia singular y sus productos académicos -tesis, doctores, publicaciones- revelan. Otra manera de conjugar el hacer(se) digno evocado por M. Bassols en su conferencia sobre La transferencia hoy.
Los cuatro discursos, sin embargo, reaparecen en otra tonalidad. En un desplazamiento de uso que acompaña, sin duda, la del sujeto. Desde el uso temerario en su propia tesis doctoral (1989), y el juego con los cuadrípodos en su temprano abordaje de los populismos -con aceptables resultados en todo caso- hasta el desplazamiento actual hacia los nudos.15 Aunque siempre estuvo presente lo singular en el juego, escribiéndolos en la pizarra, siguiendo las modulaciones de un estilo personal de poner el cuerpo, una manera de enseñar lo que no se enseña.16
Andante
Decía al comenzar que ésta podría ser una sonata del deseo. Lo inatrapable cobra forma y de ella emerge con su nombre: el enclave.
Con su interrogación se abre el Segundo movimiento, aún por escribir, que para ser fiel a la forma deberá ser ejecutado paso a paso. Porque apunta, asimismo, a la Escuela. A la Escuela escrito, Escuela-Una, o simplemente Escuela, en el sentido que nos recordó M. Bassols en su Videoconferencia del 11 de marzo para la NEL. El quinto concepto que anuda de otra manera el ternario clásico freudiano de teoría, análisis y control, haciendo de la formación un anudamiento de sus tres transmutaciones respectivas: el saber en la episteme, el síntoma en la clínica y el deseo en la política.17 El quinto concepto que, al mismo tiempo que permite sostener el sintagma “No hay formación sin enseñanza”, implica que ésta se hace a través de la Escuela como experiencia subjetiva.18
La interrogación es, entonces, un tema político. Concierne a un tiempo político, el del Campo Freudiano, Año Cero anunciado por Miller en el registro del engagement enraizado en el sinthome.
Otra vez como Borges, “Dejo a los varios porvenires (no a todos) mi jardín de senderos que se bifurcan”.
Barcelona, agosto-septiembre 2017