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El sueño del Mont-Blanc*


lacan21 - 9 de noviembre de 2019 - 0 comments

Mónica Biaggio. “Desnudo”. Pastel sobre papel 1,20 por 0,80 2019. EOL-AMP

Mónica Biaggio. “Desnudo”. Pastel sobre papel 1,20 por 0,80 2019. EOL-AMP

Ludmila Malischevski – EOL-AMP

Es 1975, en ocasión de un control público en Ginebra, que Lacan supervisa un caso en el que enseña a leer un sueño. Se trata de una paciente feminista de 31 años, que lleva dos años de análisis, y su analista, Nicos Nicolaidis, se pregunta especialmente por lo que ocurre en el decimoctavo mes. La paciente sufre de insomnio, “pasa las noches en blanco” y quiere responsabilizar a alguien por ello. Se muestra agresiva con su analista, con su marido y con su amante. Desde las primeras entrevistas le informa a Nicos que ella tiene un secreto, una “fantasía privada”, que nunca le contará…

Diecisiete meses más tarde, y como respuesta a una interpretación del analista, llegará la revelación. El analista le había comunicado que ella padecía de insomnio por temor a tener sueños desagradables, excitantes o agresivos. Todo lo contrario, su secreto sagrado consiste en una ensoñación que la excita, una fantasía sexual que ella reproducía en su cabeza a modo de somnífero: “Cuando tengo insomnio, para conseguir dormirme imagino lo siguiente: pertenezco a un club de mujeres y para ser miembro de ese club hay que ser joven y bella. Justo me admiten. (…) estoy ahí sobre todo como espectador. Las mujeres circulan desnudas o semidesnudas de manera provocativa (…) tengo la necesidad de dinero para comprar un objeto que no necesito o vestidos de lujo. Hago el amor con una mujer mayor que yo (…) habitualmente me duermo antes de hacer el amor con esa mujer mayor”.1

Lacan escucha el relato de la ensoñación, pero no se deja llevar por él; su ronroneo adormece. Y formula entonces una pregunta que orienta al practicante: ¿Qué sueños hace una vez dormida?

En efecto, la paciente trae un sueño que despierta en ella enojo: “Miro el paisaje de Ginebra, (…) está claro como en un cliché, como en una diapositiva, pero falta algo: el Mont-Blanc; y de repente, en el lugar del Mont-Blanc hay un enorme falo”.2 Enfadada, exclama que ese sueño grotesco no le pertenece, que es parte de los clichés psicoanalíticos de su analista y que de ninguna manera cree en él. El sueño le resulta ajeno y se burla de él.

Frente al desdén que la soñante le imprime al sueño, Lacan se pregunta acerca de un modo posible de intervención. Y dice: “Hay un reconocimiento evidente de lo que las personas del Movimiento de Liberación de las mujeres (MLF: Mouvement de libération des femmes) llaman «falocracia» que es difícil de desconocer. Es totalmente inútil subrayarle el sentido tan evidente de su sueño; «¿por qué diablos cuenta usted ese sueño del cual usted misma dice que no es suyo?». Usted podría haber intentado acercase a la cuestión, y a la expresión «no es suyo» es exactamente lo que ella ha dicho, puesto que, en el sueño ella sabe que sueña … y es el inconsciente el que habla. Es quizás por el sesgo del Mont-Blanc por donde usted podría haber conseguido algo… hay ahí un blanco”.3 De este modo, pone de relieve un significante fundamental, “blanco”, capaz de hacer “clic” y despertar al sujeto. Y agrega que lo que ella designa como falo, es un enorme órgano que tapona el horizonte. Mientras que “el falo es su acogida, su apertura, su capacidad de admitir otra cosa que la autonomía a la cual se aferra, ¡y no precisamente el órgano macho!”.4

Lacan interpreta

Ahora bien, ¿a qué apunta esa interpretación? ¿A descifrar el mensaje cifrado en el sueño? Es decir, ¿a leer la partitura subjetiva cuyo correlato es el inconsciente entendido como el capítulo censurado de la historia del sujeto, aquel marcado por un blanco u ocupado por un embuste? En este sentido, la interpretación es entonces el puente que conecta ese capítulo con los que lo enmarcan, restableciendo la exégesis del sujeto y develando una verdad escrita en el síntoma: el insomnio y sus noches en blanco.

O bien, como señala Miller en “La interpretación al revés” ¿se trata de ir en contra de la interpretación que el sueño vehiculiza?

Esta interpretación se fundamenta en la vía de la perplejidad, en tanto su desciframiento no da sentido y pone de manifiesto la presencia del significante solo, cifra separada de los efectos de significación, enigmática y que supone “un verdadero despertar para el sujeto”.5

Es solidaria del inconsciente que entraña “(…) un saber, una habilidad, un savoir-faire con lalengua”.6 Inconsciente que se caracteriza por saber hacer metáforas: cifras equívocas en las que cifra su goce. En consecuencia, un sueño es una interpretación que está montada sobre un tropiezo. El guardián del dormir, al servicio del principio del placer le agrega un sentido a este tropiezo, al encuentro fallido con lo real que está en su causa. Por lo tanto, si el sueño agrega un S2 a un S1, la interpretación que se impone es su reverso, ya que separa el sentido desarmando lo que el sueño pretende integrar.

Para concluir, si bien una interpretación se mide por sus efectos, y al tratarse de un control en este caso no lo sabremos, es posible elucidar sus resortes analíticos. En esta perspectiva considero que si Lacan propone intervenir sobre el Blanc, aislar este significante, es porque su efecto de enigma fugaz podría haber despejado el horizonte del falo. E incluso desplegar su virtud alusiva apuntando, al modo del dedo levantado del San Juan de Leonardo, al horizonte deshabitado del ser.

“Es una intervención mínima, sin alardes, decididamente anti-espectacular: como las jugadas más elegantes del ajedrez, moviliza un mínimo de fuerzas para obtener un máximo de efectos, y en ese sentido podría ser el paradigma absoluto de estilo: cambiar el mundo tocándole apenas una coma. Y es una intervención ligeramente delictiva…”.7

*Lacan, J., Documento sobre el control. Ginebra. (1975). Existe una versión en francés publicada en el libro : “Alphabet et psychanalyse suivi de : Une séance de supervision avec 2. Jacques Lacan” de Nicos Nicolaidis.

 

1.Lacan, J., El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964), Paidós, Buenos Aires, 1987.
2.Lacan, J. “Función y campo de la palabra y del lenguaje”. Escritos 1. Siglo XXI editors Argentina, Buenos Aires, 2008.
3.Lacan, J. “La dirección de la cura y los principios de su poder”. Escritos 2. Siglo XXI editors Argentina, Buenos Aires, 2008.
4.Lacan, J., El seminario, Libro 20, Aun. Paidós, Buenos Aires, 2011.
5.Miller, J.-A. “La interpretación al revés”. Entonces Shhh. Eolia, Buenos Aires, 1996.
6.Aramburu, J., “El deseo del analista”. Tres Haches, Buenos Aires, 2000.
7.Pauls, A. “El factor Borges”. Anagrama, Barcelona, 2004.  z