Candela Mendez (EOL Sección Córdoba)
El psicoanálisis es una práctica siempre a reinventar en un esfuerzo de lectura de los axiomas de la época actual. Así, el empuje que hace creer que se es lo que se dice, modo contemporáneo en el que se presenta la ilusión de dominio del ser, va contra el paso freudiano de que el inconsciente no sabe lo que dice, ni quien es, ni sabe lo que quiere.
Este sueño de civilización, especie de sueño de auto engendramiento no solo afecta los cuerpos, sino que conlleva ciertos ideales de igualdad y emprendimientos democráticos.
Nos encontramos entonces, con una posición discursiva en la que se superponen una identidad, un modo particularizado de goce con un yo que habla. Superposición que pone en cuestión la idea de sujeto analizante.
Ahora bien, en este estado de cosas, “¿Cómo hacer en la práctica analítica en un mundo en donde la interpretación quiere ser forcluida por las leyes, es decir desaparecida como si nunca hubiera existido?”[1] O más aún, “¿Cómo debemos hablar, actuar, pensar ante un Otro social que con las mejores intenciones (de las que está hecho el infierno) desea la libertad de derechos para todos y sin embargo la restringe, hace callar, reprime?”[2].
La apuesta del CIEC[3] fue retornar luego de la pandemia y de forma presencial al Hospital Neuropsiquiátrico Provincial para hablar de clínica[4]. Hacer uso de un significante común en el sentido que hace comunidad, con los practicantes, allegados al psicoanálisis, psiquiatras y enfermeros para situar problemas actuales y sus tratamientos posibles.
¿Cómo hablar?
El habla es un movimiento inestable, también es parloteo estilizado hecho de palabras que cada ser hablante homofoniza y equivoca en una lengua que a su vez imagina que dice.
Sabemos que si el psicoanálisis es una invitación a hablar es para hacer la experiencia de escuchar la resonancia de la lalangue en el cuerpo, resonancia que no acontece sino a partir de una interpretación de la que se desprende un real cuando esa experiencia, en su contingencia, produce equívocos. En eso, la sesión analítica se asemeja a la poesía.
Es interesante como Lacan en su conferencia de apertura de la Sección Clínica del 5 de enero de 1977[5] se refiere a la clínica psicoanalítica como lo que se dice en un análisis[6] y en el mismo movimiento la equivoca: entonces, hace falta clinicar[7].
Clinicar
Efecto de su ruptura con la clínica de la psiquiatría clásica cuyo soporte es la mirada y la observación, la clínica psicoanalítica tiene menos que ver con el hacer que con el decir. Es más, ella se soporta en lo imposible de soportar. Se trata entonces, de una clínica del encuentro y del dis-cernimiento de cosas que importan en lo real, de la que se cierne un decir en su existencia con los dichos.
Más adelante en su misma conferencia, Lacan la propone como lo que nos ayudará a re-interrogar la experiencia freudiana. Dirá entonces que el inconsciente del que se trata en la clínica no es el de Freud. Pondrá en valor al campo freudiano pero no al inconsciente en su vertiente de querer decir. Por ello, hace falta zanjar el inconsciente. Su forma de clinicar, tiene que ver con lo real del inconsciente que no es un todo ni un universo sino trozo o borde que es también resto y que podrá ser aislado como fuera de sentido, una vez que se haya consentido a desbaratar al síntoma de su aparato lenguajero de ficciones fantasmáticas y efectos centelleantes de verdad.
Plantear las cosas de este modo, implica introducirse en una dimensión de la clínica en la que la palabra se reduce a su materialidad, a la percusión de elementos de lengua tomados aisladamente, de la que el síntoma deviene su cristalización.
Pero clinicar no es sólo es lo que se dice en un análisis. Con su clinicar, Lacan quiere interrogar a los analistas, empujarlos a que den sus razones a fin de que den cuenta de aquello que su práctica tiene de azarosa en un esfuerzo de transmisión en la que el practicante podrá apoyarse para reforzar lo que posee de su propio análisis: es decir, “para saber no tanto aquello para lo cual ha servido, sino aquello de lo cual se ha servido”[8].