Scroll to top

¿Importa lo woke?


lacan21 - 24 de junio de 2022 - 0 comments

Gustavo A. Zapata M. (NEL/AMP)

El término coloquial woke (y su par stay woke), aunque su origen se remonta a la década de los 40, marcada por la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos, fue agregado a la lengua inglesa en 2017, proveniente del habla vernácula afroamericana en la que se usaba en lugar de awake, y para referirse a la consciencia social (social awareness). Llegó a ese punto, según hipótesis del Merriam-Webster, muy seguramente por su uso en la lírica de una canción de la cantautora afroamericana, activista por los derechos civiles y contra el racismo en EEUU, Erykah Badu. Se trataba entonces de un llamado a permanecer despierto (stay woke) por parte de aquellos que ya habían despertado (woke), como respuesta frente a las injusticias y las segregaciones principalmente sociales y raciales, en procesos vinculados a la identidad de raza o de clase[1].

Pero, a partir de algunos incidentes de violencia racial y crímenes de odio que se produjeron en los Estados Unidos desde 2014 en adelante, se hizo visible y se viralizó rápidamente, tanto su presencia como su uso como respuesta frente a cualquier cosa que amenazara además la integridad de casi cualquier identidad: de género, sexual, nacional, profesional, de oficio, incluso de especie. Ni siquiera la ciencia escapa al proyecto woke, con detractores[2] e impulsores[3] de una ciencia woke.

Esta asimilación del proyecto woke en la dinámica de las problemáticas identitarias representa para el psicoanálisis un desafío inédito[4], en parte por su ubicuidad invertebrada, descentralizada, en parte por la lógica de enjambre que rige su accionar, y en parte porque, haciendo efectiva su alianza con la cultura de la cancelación, concentra su virulenta confrontación en el lenguaje.

Afincándose en la función de nominación que tienen, pretende depurar las palabras y en ese proceso de purificación de la lengua común, conseguir la identidad entre lo que soy y lo que digo, en el sentido estricto de la igualdad aritmética. Aspira a desalojar los efectos de la lalengua y su función en la determinación de lo singular, prescindiendo del inconsciente.[5]

¿Pero cómo es que un fenómeno nacido y localizado en los Estados Unidos puede constituir un desafío para el psicoanálisis? ¿Acaso importa el proyecto woke fuera de las fronteras de las universidades y de la cultura estadounidenses?

Si se investiga orientado por estas preguntas, se encuentran algunas propuestas de lectura e intervención de parte de algunos autores[6] en lo que podría situarse como el caldo de cultivo del proyecto woke: las generaciones educadas en plena caída del régimen del Padre. Aunque abordan el problema desde un ángulo sociológico y cognitivo-conductual y sus conclusiones son discutibles, consiguen transmitir dos ideas: la extensión creciente de la necesidad identitaria como respuesta a la incertidumbre que produce la caída definitiva del orden fálico del Nombre del Padre (los “espacios seguros” y las “jornadas de ausencia” son un efecto directo de ello), y la imposibilidad de concebir una acción efectiva que degrade sus efectos y revierta sus consecuencias. Otro, más pesimista[7] advierte que, aunque sumida en sus propias contradicciones y en sus débiles argumentos, la política identitaria se desplegará con fuerza en las democracias occidentales, y se extenderá gracias a su increíble fuerza, energía y determinación, lo que claramente ya está ocurriendo gracias al proyecto woke y la cultura de la cancelación.

Al inicio de su investigación, el Comité de Acción constataba ya que el proyecto woke estaba tomando cuerpo y momentum en las universidades francesas, encendiendo las alarmas entre los estamentos intelectuales por el componente de censura y violencia que podían propiciar en la sociedad francesa[8]. También en Argentina se producían escaramuzas woke cada vez más frecuentes en las universidades en contra de cualquier tópico que tocara de cerca o de lejos algún punto sensible en el que pudiera siquiera resonar cualquier eco de segregación, valoración, prejuicio o calificación, que amenazara en algún grado la identidad, cualquiera que ella fuera. En Venezuela, por otra parte, el régimen chavista-madurista ha hecho un uso extenso e intensivo del wokismo y la cultura de la cancelación para deshacerse de toda oposición articulada. En todos los casos, se pudo constatar tres cosas: la fijeza de la identidad esgrimida como argumento para la segregación (soy lo que digo que soy, tu no, y solo mi goce vale), la supresión violenta de la palabra de disenso (no puedes contra-decir), y la afirmación de la tiranía del Yo ideal y de lo imaginario. El uso intensivo de las redes sociales potenciaba su expansión.

Tan recientemente como a finales de mayo, Éric Marty, autor de Le sexe des modernes, fue objeto de un ataque feroz que impidió que dictara una conferencia relacionada con su libro, en Ginebra. Militantes trans irrumpieron en la sala vociferando consignas en una suerte de trance sordo y refractario a todo razonamiento, y pese a los esfuerzos de Marty y otros para dialogar, rompieron los papeles del texto de la conferencia y no permitieron que hablara.

Claramente, el desafío está planteado, porque el proyecto woke es enemigo de la democracia, y amenaza algunas coordenadas mayores de posibilidad para la práctica analítica, incluyendo las de su extensión y su diálogo permanente y necesario con los saberes contemporáneos, pero también amenaza la disponibilidad del dispositivo analítico para el ser hablante como espacio que preserva su singularidad.

Aun los términos de este desafío no se han develado del todo, pareciera que estamos en el instante de ver, de situar y leer los signos que jalonan su expansión, con los formidables recursos de nuestra orientación ciertamente, pero también con una cierta docilidad a sus manifestaciones, antes de precipitarnos en una confrontación prematura o desestimarlo con displicencia.


[1]  Merriam-Webster, “Stay woke”. Recuperado en https://bit.ly/3ao7xXn
[2]  MacDonald, H.: “Woke science is an experiment certain to fail.” Recuperado en https://bit.ly/3NwpYao
[3]  Impactio.: “What is ‘woke science’ and what does it mean for an evolving research landscape”. Recuperado en https://bit.ly/3PJ9BJv
[4]  Aseff, J., Jaigu, F., Leblanc, V., Miller-Rose, E., Zapata, G.: Wokism, a challenge indeed. Presentación del Informe del Comité de Acción de la Escuela Una, leído por France Jaigu, abril 2022, inédito.
[5]  Aseff, J., Jaigu, F., Leblanc, V., Miller-Rose, E., Zapata, G.: El woke frente al psicoanálisis. Informe del Comité de Acción de la Escuela Una, marzo 2022, inédito.
[6]  Lukianoff, G., Haidt, J.: The coddling of the american mind: how good intentions and bad ideas are setting up a generation for failure, Penguin Press, New York, 2018.
[7]  Murray, D.: The madness of crowds: gender, race and identity. Bloomsbury Publishing, UK, 2019, 288 pp.
[8]  Onishi, N.: “Will american ideas tear France apart? Some of its leaders think so.” https://nyti.ms/3NC1pZY