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La experiencia CIPAU[1]


lacan21 - 18 de mayo de 2023 - 0 comments

Deborah Trovarelli (EOL Delegación Mendoza)

Escribir sobre CIPAU me remite al momento de su constitución, esta se llevó a cabo a partir de una institución de salud pública ya existente.

La pregunta que recortamos fue cómo producir una transformación en lo precedente: una institución signada durante años por prácticas de control, encierro y medicalización en el centro de la terapéutica del abordaje de adolescentes en situación de urgencia e internación según coordenadas definidas desde la salud mental en la estructura y estética edilicia, esto último fue pensado para facilitar el atravesamiento del arte y sus efectos.

Respecto de las prácticas partimos de la premisa de “hacer existir” el psicoanálisis entendiendo lo real en juego desde el inicio. Para ello fue necesaria la presencia de psicoanalistas por lo que fueron convocados al trabajo practicantes orientados por el psicoanálisis. De ese modo fue posible comenzar a enlazar el trabajo analítico con adolescentes desde la orientación lacaniana.

Otro punto esencial fue poner en acto la lógica del “no-todo”, es por ello que en la construcción de los nuevos dispositivos se sostuvo desde el inicio el trabajo necesario del entrecruzamiento del psicoanálisis con otros discursos.

Los dispositivos que creamos fueron: la guardia interdisciplinaria y el dispositivo de seguimiento de guardia en el que se le ofrece al paciente asistir diariamente, y un equipo diferente, pero articulado, lo espera cada vez.

La urgencia de los jóvenes constituye la “oportunidad” de alojar lo que allí acontece, sin desaprovechar, como refiere Inés Sotelo “la posibilidad de inventar un espacio donde sorprender lo real en juego.”[2] En este sentido la invención se hace condición necesaria cada vez.

La pregunta que se mantiene siempre vigente es la de cómo transformar una institución en el marco de políticas públicas sostenidas en el discurso amo y cómo corrernos de aquello que plantea J.-A. Miller respecto a la época, en la que se verifica un predominio del discurso amo como agente de la regulación del goce.[3]

Considero que en la experiencia CIPAU ha sido esencial la introducción del discurso psicoanalítico como herramienta, si se tiene en cuenta lo que refiere Christiane Alberti: “el discurso psicoanalítico es el único discurso entre todos los lazos sociales que no pretende dominar, en el discurso psicoanalítico lo que está en el comando es un elemento que no está hecho para dominar sino para causar el deseo y el deseo es lo que justamente no se deja dominar, siempre está fuera de la norma.”[4] Desde el Otro social se espera justamente lo opuesto: el control de los cuerpos agitados de los jóvenes, la pronta restitución a la normalidad, la eliminación del síntoma ante el pánico e inseguridad que provocan los actos desafiantes, descontrolados y erráticos de los adolescentes en la época actual.

  1. H. Brousse ubica esta misma dirección al señalar que “[…] el discurso psicoanalítico como recurso, es otra manera de hacer con lo real, es decir, sin ponerlo en posición de dominación.” Si bien todo discurso está referido al goce, el discurso analítico se caracteriza por hacer existir un tratamiento del mismo.[5]

En la clínica de la urgencia con adolescentes el discurso psicoanalítico se vuelve un recurso central si consideramos: el momento particular que esta etapa implica en la vida de un sujeto, la época y sus efectos.

Al respecto dirá Graciela Brodsky que para poder acercarnos a la comprensión de estos problemas clínicos con adolescentes, es necesario ubicar el cruce que se produce entre lo real del empuje pulsional, en tanto emergencia de goce en el cuerpo y la declinación del Nombre del Padre.[6]

Asistimos constantemente a presentaciones clínicas que se ubican más del lado del acto sin historia que del síntoma a descifrar. Se trata de manifestaciones subjetivas que se acompañan de un rechazo a la palabra y al establecimiento de la trasferencia bajo la forma del sujeto supuesto saber.

En la pubertad se pone en juego el despertar de una forma de goce, frente al cual las respuestas infantiles no alcanzan, no hay significante en el Otro que pueda nombrar ese goce. El sujeto adolescente deberá inventar en ese tiempo otras respuestas.

El debilitamiento del orden simbólico y los lazos tradicionales deja al adolescente atrapado en su propio goce. Ante la irrupción de lo nuevo en el cuerpo, y sin la posibilidad de alojarse en el Otro, el adolescente pierde el gusto por las palabras y prevalece el empuje a gozar.

Tomando la perspectiva del discurso analítico intentamos que en los dispositivos que constituimos estos actos no queden reducidos a meros trastornos del comportamiento a ser corregidos. La apuesta del dispositivo analítico sería la de alojar al sujeto adolescente en su singularidad, apostando a la lectura del acto y ofreciéndole al joven un lugar y un lazo. Se trata en cada caso de intentar instalar un tiempo de compresión que haga posible el trabajo de subjetivación de la urgencia aun en condiciones muy extremas, intentando hacer existir vía el discurso psicoanalítico un tratamiento posible del goce en juego en cada urgencia.


[1] Centro Integral Provincial de Abordaje de Urgencias del Adolescente
[2]  Sotelo, I., Clínica de la Urgencia, JCE Ed, Buenos Aires, 2007, p. 12.
[3]  Miller, J.-A., (2006), Un esfuerzo de Poesía, Paidós, Buenos Aires, 2016
[4]  Alberti, Ch., ¿Qué puede el psicoanálisis?, Conferencia dictada en la UBA, Facultad de Psicología, noviembre de 2022.
[5]  Brousse, M.H., “Violencia en la cultura”, Bitácora Lacaniana, Número Extraordinario, Grama, Buenos Aires, 2017, p. 36.
[6]  Brodsky, G., (2016) “El adolescente contemporáneo. Problemas Clínicos. Icdeba. Buenos Aires, Grama, p. 8.

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