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¿Qué saldo de saber me dejo el VIII Enapol?


lacan21 - 22 de octubre de 2017 - 0 comments

Manoel Mota. EBP- AMP. Sección Río de Janeiro.

Manoel Mota. EBP- AMP. Sección Río de Janeiro.

Gustavo Stiglitz. EOL- AMP

En primer lugar, que el campo freudiano tiene aires de familia y de una familia bien activa.

Tiene aires de familia porque si bien aloja a colegas conocidos, a temas conocidos, a lecturas conocidas, también es el campo en el que los psicoanalistas nos encontramos con las contingencias en la vida de la comunidad analitica y con lo que nunca se termina de tratar. Como en una familia.

Luego, cada uno, contingentemente en su análisis, descubre que todo lo que le resultaba familiar en su vida recubre un núcleo de inquietante familiaridad, índice de Un real que lo familiar envuelve.

Pienso que la conferencia de Miquel Bassols, “La lengua familiar”, permitió orientar mejor lo que ya se venía perfilando en las mesas simultáneas: que lo familiar es un asunto de lalengua.

Quiero decir, que lo familiar es un predicado que aplicamos a aquello que transmite  lalengua.

No es que mi familia me va a transmitir la lengua que hablo, sino que aquello que me transmitió la lengua que hablo, es mi familia.

Hay un contrapunto muy interesante que escuchamos en parte desde la apertura y también en algunas simultáneas: que somos hablados por nuestras familias y que hacemos de ello nuestro destino, por un lado.

Y por otro, que cada uno inventa la lengua que habla.

Esto quiere decir, para hacerlo más gráfico, que nuestra familia nos tira una lluvia de significantes sobre el cuerpo y que con algunos de esos significantes cada uno inventa su modo de hablar.

Pero inventar un modo de hablar es mucho más que eso.

Es el modo de hacer lazo con los otros, de construir ficciones que nutren al fantasma, que finalmente se reducen a frases, y de dar una envoltura formal al síntoma.

El modo de hablar que es tan propio de cada uno, es determinante del lazo social.

Otra arista de esa idea genial de Lacan de que el inconsciente es político, que retoma la observación freudiana de que toda psicología individual es también psicología social.

En fin, este Encuentro Americano me dejó claro que la familia es una máquina de instilar la lengua que hablamos.

Que se presenta como la condición de posibilidad para que tenga lugar ese “nuevo acto psíquico” freudiano, que no es otra cosa que la producción, en cada ser hablante, de la juntura más íntima del sentimiento de la vida.

Entonces, repito, una idea fuerte que extraigo de este Encuentro -y que tiene mucho que ver con las cuestiones de época como las nuevas configuraciones familiares y las diversidades sexuales- es que «familia» pasa a ser un predicado que atribuye ser familiar a aquello que transmita las piezas con las que cada uno inventará su lengua, a partir del acontecimiento de cuerpo que funda al cuerpo hablante.

Entonces, puedo retomar el inicio del texto que presenté en la mesa sobre las transformaciones de la intimidad bajo transferencia:

Entre que lo hablado por nuestras familias determina nuestro destino, y que cada uno inventa la lengua que habla, Lacan nos señala el hiato de la responsabilidad subjetiva ante lo real.

Finalmente, quiero destacar algo que me gustó mucho del Encuentro: es que nada de lo que se trabajó -la época,las nuevas sexualidades, las variaciones familiares, la clínica según el primero y el ultimísimo Lacan, la violencia-, nada de eso fue abordado por fuera de su relación con la transferencia analítica.

Felicito una vez más a todos los que trabajaron para que ese Encuentro haya sido posible, especialmente a Ernesto Sinatra, Alejandra Glaze y Viviana Mozzi.